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CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Streaming ¿El fin de los medios como los conocemos? 

Por: LCC. Gabriel Moreno Rodríguez
Productor; académico en el ITESM; director de noticias; analista en temas de tecnología y CEO
@gabofanfare

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En el mundo de la tecnología es difícil hablar sin anglicismos, esos que muchos puristas del español odian y rechazan en su vocabulario, pero que nuestros adolescentes y jóvenes adultos usan de manera constante: “Déjame checo mi face”, “Tómate una selfie conmigo”, “Vamos a aplicar Netflix and chill” o que tal “Pásame tu playlist”.

Casi todas estas expresiones que utilizan palabras en inglés tienen sus propias versiones claras y concisas en español, pero, especialmente cuando hablamos de tecnología, nos negamos a adaptarnos.

Y escribir las líneas anteriores quizá sea una forma de justificar mi constante uso de palabras en inglés, como en este artículo, en el que toca hablar de los servicios de Streaming, o lo que sería igual: servicios de transmisión.

¿Pero por qué no decir simplemente eso? Servicios de transmisión. La respuesta podría resultar del hecho de que Streaming como palabra relacionada a la tecnología, habla sobre un fenómeno gigantesco, que ha hecho crecer al doble a industrias como la música, la televisión, la radio y hasta los videojuegos.

Streaming podría ser en muchos casos, la máxima expresión del internet, y del verdadero internet que muchos soñábamos que sería hace 19 años, con la excepción de que en 1999 te llevabas la desagradable sorpresa de que, con una conexión telefónica al internet, lo único que podías hacer era sentarte, y esperar, y esperar y esperar a que se cargara por fin una imagen, un cuadro de texto, un gif y mucho más un mini clip de video o una canción de dos minutos comprimida en MP3.

Para muchos, el cambio de modelo económico ha significado una política de “adaptarte o morir”; tiendas de discos, cadenas de televisión, librerías y hasta estudios de cine, han tenido problemas para adaptarse, varios pagando incluso con la quiebra de sus negocios.

¿Por qué de pronto es tan importante el Streaming?

Los tan hablados millennials hemos traído con nosotros un cambio en el consumo de entretenimiento que ha sido perfectamente marcado por el internet. ¿Para qué comprar un disco si con ese mismo dinero puedo pagar un mes de Apple Music que me garantiza una cantidad casi ilimitada de música? ¿Para qué espero ver un programa una vez a la semana en un canal específico si puedo ver toda la temporada completa en un maratón libre de comerciales y horarios en Netflix? ¿Para qué ir a mi centro de video si puedo rentar la película por el mismo precio a través de mi cuenta en Google Play?

La llamada “gratificación instantánea” ha marcado para siempre a la última generación del siglo XX, de tal forma que ahora es difícil justificar discos de música a 200 pesos, películas en renta a 80 pesos (si la encuentras disponible), un episodio de sus series favoritas todos los lunes a las 8 de la noche, entre otros ejemplos.

Las opciones de entretenimiento han cambiado profundamente la economía global, la industria musical, por ejemplo, ha reportado en 2017 que el streaming abarcó dos tercios de sus ganancias, que en total suman 8.8 billones de dólares en lo que fue “el año de transición”; el estudio fue divulgado por RIAA.

En 2012, se hablaba de “descargas de música”, las cuales fueron el gran modelo económico para esta industria con 3 billones de dólares en ganancias, una fracción de lo que el streaming ha significado para las disqueras y los servicios de distribución.

Ahora, resulta tan interesante hablar sobre los cambios que el streaming ha hecho en la música porque mientras Apple Music, Google Play y Spotify se dividen el pastel de grandes ganancias, los servicios de radio en línea siguen en aprietos: Pandora y iHeartRadio por mencionar a los dos más importantes.

¿Pero su contraparte “tradicional?

Pues la radio AM/FM no se ha visto afectada por el streaming, de hecho, su crecimiento ha sido estable a pesar de que millones de personas escuchan música a través de Youtube y otros millones prefieren descargar Podcast para los programas hablados.

En general, la industria musical es un claro ejemplo de las aportaciones positivas que puede tener el streaming. Y eso sin mencionar el desarrollo de nuevas culturas urbanas originadas por servicios como Bandcamp y Soundcloud, dignos de abordarse en otro artículo para esta revista.

Pero también es justo hablar de otra industria que se ha visto agobiada por el streaming, hablamos en específico de la televisión.

El campo de batalla llamado televisor

Quizá una de las claves del éxito del streaming en la industria de la música ha sido la estandarización de ciertas “reglas y comportamientos” que han permitido que los servicios de música como Spotify, Apple Music y Google Music puedan coexistir con relativa armonía, mismos que incluyen: mantener una tarifa de cobro congelada, no abusar de los artistas “exclusivos” con contratos o compromisos publicitarios y la implementación de políticas amigables para su mercado como el modelo de “usuario gratuito” de Spotify o los paquetes complementarios como “youtube red” y “youtube music” que Google suele incluir en sus servicios de música.

Toda esta historia de “competencia de caballeros” no podría ser la misma contada para la televisión.

Lo que en un principio se trataba de servicios relativamente centralizados en Hulu y Netflix, se volvió una batalla de licencias y derechos de propiedad intelectual y contenidos exclusivos en unos pocos años.

Y es que, por ejemplo, hablando de Netflix, la modesta empresa de películas y series en demanda, reportaba 10 millones de suscriptores en el 2009, cifra que palidece en 2018 con reportes de 128 millones de usuarios, que, de acuerdo con los reportes de inversionistas, registran ganancias por encima de 11 billones de dólares para la empresa estadounidense.

Y es que el éxito de Netflix no pasó por alto para las docenas de cadenas de televisión y estudios de cine que de pronto vieron como sus ratings y compras de tickets bajaban, mientras que las reproducciones en Netflix subían. ¿El movimiento que hicieron la mayoría? Esperar a que las licencias con Netflix expiraran y consecuentemente abrieron sus propios servicios de streaming, por lo que en pleno 2018 vemos una oferta inundada con HBO GO, Fox Play y Blim, entre otros.

Las consecuencias en la televisión tradicional han significado que, si antes un programa de televisión registraba audiencias en los 10, 15, 20 puntos en la escala de Nielsen, ahora se localizan en 1, 5 o hasta 10 puntos.

¿Y qué ocurre después?

La competencia que ha provocado el streaming ha hecho que muchos servicios comiencen a producir sus propios contenidos exclusivos para mantener a sus usuarios, movimiento que ha permitido que muchos directores y casas productoras puedan mostrar sus contenidos al público sin las limitantes de la televisión tradicional.

En otras palabras, aunque el mercado de la televisión se encuentra fragmentado, la oferta por buenos contenidos nunca había sido tan sana.

En conclusión

Hablar del impacto del streaming en cada faceta de nuestras vidas resulta imposible en tan pocas páginas, pero lo cierto es que este nuevo modelo de consumo ha permitido que artistas, cantantes, directores y escritores puedan llegar a más oídos y ojos, porque en el último de los fines del streaming no está el fin de los medios tradicionales, sino en la descentralización del entretenimiento.

Casi como una democracia del ocio, donde el usuario “vota” por los contenidos que quiere ver, alejados de las imposiciones que antes hacían unos pocos en nosotros. Y eso, definitivamente, es algo bueno.