Nunca se imaginó el autor del libro más vendido del 2020, Le Temps des Tempetes con más de 250 mil ejemplares en tan sólo una semana (600,000 euros de regalías), que el lunes sería condenado a tres años de prisión. Sí, el marido de Carla Bruni, Nicolas Sarkozy, fue llevado al banquillo de los acusados por "corrupción y tráfico de influencias", caso que llevaba años siempre a punto de salir a la luz pública. El Tribunal Correccional de París afirmó que de los tres años de prisión que le fueron asignados al expresidente de Francia, dos de cárcel estarían exentos de cumplimiento y que el tercero sería de prisión firme, lo cual se puede convertir en detención domiciliaria o vigilancia con un brazalete electrónico.
Dos años después de que Nicolas Sarkozy dejara la Presidencia, en el 2014, se descubrieron unas conversaciones telefónicas intervenidas por la policía. Después de una ardua investigación, ya que el celular de Sarkozy estaba registrado con el alias de "Paul Bismuth", de estas conversaciones se "desprendía que habían contactado al juez Gilbert Azibert, entonces miembro del Tribunal Supremo, para obtener información sobre otra causa abierta contra el expresidente, a cambio de ayudar al magistrado a lograr un puesto en Mónaco". Su interlocutor era su abogado Thierry Herzog. A pesar de que Sarkozy, en esos momentos, ya no era presidente, "se sirvió de su cargo y de sus relaciones" para su "interés personal". ¿De qué trataban estas conversaciones? Nada menos que de pagos ilegales de la heredera de L'Oreal, Liliane Bettencourt.
A mediados de marzo comenzó otro juicio contra Sarkozy por otro financiamiento ilegal de su campaña presidencial en el 2007. "El expresidente habría aceptado 50 millones de euros, nada menos que del exmandatario libio Gadafi. Además, es investigado acerca de actividades como asesor para una empresa rusa, y también han surgido preguntas desagradables sobre la contratación de su primera esposa como empleada" (noticias de DW). Según el diario sarcástico, Le Canard Enchainé, Cécilia Attias, exesposa del exmandatario trabajaba medio tiempo en 2002-2003, como asistente parlamentaria de la Asamblea Nacional, para el entonces ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, en julio 2002. Por este trabajo que consistía en 75 horas al mes recibía 3,088 euros netos. Eso ya quedó en el pasado, actualmente la "abuela" Cécilia vive en Estados Unidos y está casada con el empresario Richard Attias. Por su parte Carla Bruni, actual esposa de Sarkozy, reaccionó en Instagram contra el juicio de su marido: "Qué ensañamiento tan insensato, mi amor. La guerra continúa, la verdad emergerá".
A pesar de sus miles de seguidores, Nicolas Sarkozy siempre ha sido muy polémico e incluso excéntrico. ¿Cómo olvidar, la soirée, en el lujosísimo restaurante Fouquet's, para celebrar su elección como presidente de Francia el 6 de mayo del 2007? Al enterarse sus detractores no lo bajaban del típico "nuevo rico", cuya lista de invitados eran todos ellos millonarios, famosos, como el cantante de rock francés Johnny Hallyday y Bernard Laporte, jugador de rugby y, entonces, futuro secretario de Estado del Deporte. ¿Cómo olvidar su terrible expresión clasista cuando se refirió como la racaille (la chusma), al referirse a los habitantes de Argenteuil, barrio, a las afueras de París, sumamente popular?
Lo malo, con el ahora culpable, es que cree que todo se le debe, su actitud prepotente e intolerante sigue igual, lo cual irrita enormemente a los franceses. Justamente, en febrero pasado, Sarkozy se hizo vacunar contra el COVID-19, siendo que la agenda de vacunas de la primera fase en Francia dice que nada más se pueden vacunar adultos de 75 años, cuando el ex jefe de Estado tiene 66. Otro de los aspectos que critican mucho de Sarkozy es su fortuna personal. A pesar de que en el 2012 ascendía a 2.7 millones de euros, continúa recibiendo su pensión de 17,000 euros como expresidente, más la venta de sus libros, y los 50,000 euros que cobra por cada conferencia. Respecto al juicio y condena al expresidente, como bien dice la abogada Elise Van Beneden y presidenta de Anticor: "Es una decisión histórica. Nos recuerda que los ciudadanos somos iguales frente a la ley, principio desvirtuado, a lo largo de decenios de impunidad. Hoy sabemos que un expresidente puede ser condenado a ir a la cárcel". Como si se tratara de cualquier hijo de vecino, o de la racaille (de la chusma).