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ECONOMÍA

Israel, la economía prometida

Por: DA. Javier Rueda Castrillón
Analista económico en diferentes medios; autor de artículos sobre política y economía
jruedac@me.com

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¿Cómo es posible que Israel, con apenas 60 años de historia, sin recursos naturales y con una población de poco más de siete millones de habitantes, sea capaz de consolidar más start-ups que naciones como China, Japón, India, Corea, Canadá y el Reino Unido?

Con una start-up por cada dos mil habitantes, Israel se posiciona como el país con la mayor concentración de innovación e iniciativa empresarial del mundo. Contar con la mayor inversión de capital de riesgo del orbe, hace de Israel, el centro de todo proceso emprendedor; más de 2 mil millones de euros para una población de 7 millones: una apuesta total capaz de mover la economía mundial a favor de las ideas, Vayamos por partes…

Start-up es el tecnicismo de moda entre los emprendedores −no podía ser de otra forma− por lo menos, en un México que vive de pymes y busca nuevas formas de negocio. Esta tendencia obliga a buscar fórmulas de éxito, de promoción, desarrollo y consolidación en una economía con miras hacia el crecimiento sustentable.

Israel nació de un sueño, de una fantasía, de la creación de algo a partir de la nada, y que parecía imposible. Hoy, Israel tiene ángel para los negocios; también capital; buenas ideas; y la posibilidad de conectarse en un mundo global donde personajes como Warren Buffet o Dov Frohman han hecho de marcas como Iscar o Intel, el reflejo del mexicanizado “sí se puede”. Más de la mitad de la inversión en alta tecnología israelí tiene su origen en empresas extranjeras. Las diferentes iniciativas sobre productos o servicios se hacen en un ambiente internacional −pensadas para triunfar dentro y fuera del desierto− convirtiéndose desde mucho antes de su nacimiento, en negocios multinacionales con un enfoque hacia los mercados europeos, americanos y asiáticos, llenos de contactos para acelerar el éxito de su comercialización.

No solo vale la idea, muchas veces esta morirá ante la falta de financiamiento o contacto que proyecte el negocio a tierra fértil, por lo que el Business Angel (el Shark Tank mediático televisivo con los validadores de iniciativas y lana hasta los topes) podría ser, en la mayoría de los casos, el obligado en la garantía de éxito de empresas innovadoras. Amazon, The Body Shop, Skype, Google o el mismísimo Starbucks contaron en sus inicios con el apoyo de un business angel con visión, mercado y dinero, ¡mucho dinero!

¿Estos serían los ingredientes básicos para el éxito de las start-up israelíes? No se vayan, que aún hay más… Si de ingredientes se trata, hay que ponerle mucha innovación; otro tanto de investigación orientada a áreas hostiles en las que las compañías no se pueden permitir investigar sin obtener resultados a corto plazo; una pizca de estrategia, donde encontrar oportunidades signifique vender el proyecto; y, como la guinda del pastel, no olvidar consolidar la propuesta. La competitividad entre empresas y propuestas hace del trabajo una exigencia de calidad máxima; todo esto lo convierte en un negocio redondo, todos ganan y ganan muy bien.

Una comparativa entre los diferentes modelos de innovación americanos e israelíes hace ver, a simple vista, otro factor clave para el desarrollo: el alto costo del proceso en mercados americanos y europeos, mismo que hace competitivos todos los esquemas israelíes donde los fundadores no cobran, priorizan sobre lo que crean, y buscan financiación privada con estructuras baratas. El factor gubernamental es casi anulado ante la competitividad y voluntad de inserción de áreas que desarrollen nuevos y mejores mercados en el sector privado, estrategias azules con largos ciclos de tiempo.

En este ecosistema empresarial se dictan nuevas reglas, la juventud y la preparación en cada área son requisitos fundamentales para colocarse en la carretera de la innovación. No basta con querer, hay que saber; estar preparado, y acertar en el momento justo con programas de innovación que van más allá de los Pepe y Toño mexicanos, ahora renombrados “Ana y Mary”… cuestión de igualdad, seguramente…

Esta fórmula empresarial obliga a entender su ciclo de vida, atrás ha quedado la idea del negocio “de por vida”, se ha perdido ese romanticismo en el que el valor de la idea pasa de generación en generación siendo el orgullo de la familia, generalmente, marcado por el mismo apellido que da nombre a la marca… Quedó atrás, es cosa del pasado, en un presente en el que innovar, montar la empresa y tener una interesante cartera de clientes, obliga a una venta con un exit plan pactado desde un inicio.

Evidentemente, en México, la visión se tropicaliza con cambios significativos, los necesarios para obtener otro enfoque; una visión donde se otorga el carrito sandwichero −en la mayoría de los casos, sin saber lo más mínimo del negocio− y con un financiamiento poco efectivo a costa de programas que mueren en el tiempo ante la dificultad de ser operados de manera efectiva. Israel, por su parte,  es la cuna del “emprendurismo”, del “startupismo” constante, del que cuenta con tiempo, capital, cámaras e industria interesada y, como factor estrella, la posibilidad de hacer bien las cosas, gracias  a una educación que implementa un chip de independentismo laboral. No se trata de copiar modelos, el asunto que conducirá al éxito en este “emprendurismo” generacional trata de identificar oportunidades y poner en marcha planes que permitan el  desarrollo.

La  calle Rothschild de Tel Aviv se ha convertido en el Silicon Valley empresarial, un verdadero ecosistema urbano de convivencia empresarial con actores que coinciden en una visión valiente, ¡el riesgo! Incubadoras que cotizan en la bolsa, aceleradoras privadas y públicas financiando ideas, una cofinanciación estatal del 85 % en proyectos, la certeza de inversores locales y extranjeros en fases semilla de la mano del programa Yozma, un sistema que cumple ya los 25 años de vida y sigue dando frutos. Seamos serios, un Pepe y Toño o el Ana y Mary mexicanizado, que marca el camino y evidencia la necesidad de cambios para obtener un éxito afín.

Así, Israel ocupa todas las portadas del panorama emprendedor, tiene con qué y sabe cómo figurar, mucho más allá de las ya mediáticas notas bélicas que supone la representativa intifada palestina, la fusión religiosa y la afamada defensa de la tierra prometida, las nuevas locuras del vecino de arriba al querer colocar a Jerusalén como la capital de Israel, y mucho más, que nada tiene que ver con el éxito. Israel tiene un imán para las ideas, sabe crear negocios con valor y colocarlos en el momento justo. Esta fórmula está en código abierto, ojalá muchos sepamos aplicarla para generar un crecimiento económico importante, una liberación a la incomodidad que supone la búsqueda del sueño americano en nuestras fronteras, la “funcionitis” aguda y el compradrazgo que tanto nos caracteriza.

¿Quiere dar vida a su idea? No lo piense más, aplique toda la dosis posible de jutzpá, término originario del yiddish que significa audacia u osadía, ya que con eso y poco más, estará destinado al éxito rotundo de sus ideas. Imaginación y determinación, algo que, por lo menos en nuestra tierra, sobra para dar y vender; nunca regalar. No lo olvide.