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ESTILO Y VIDA

El poder del miedo

Por: LN. Laura Sánchez Flores
Terapeuta especialista en cognición, lenguaje y biodescodificación
sanlauris@hotmail.com

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¿Quién no ha sentido miedo por lo menos una vez en su vida? Es una emoción innata, por lo tanto, indispensable para la supervivencia. Nos advierte siempre del peligro, nos pone en actitud de alerta, hace que generemos adrenalina y otros químicos cerebrales que nos preparan para la acción.

El miedo es muy poderoso, puede generar enfermedades y también nos puede salvar de situaciones de peligro. Se cree que el 10% de nuestros padecimientos están ligados a componentes genéticos y el 90% restante se conectan con el estilo de vida, el amor, la psicología y el miedo.

En este tiempo de pandemia, el miedo ha sido protagonista de muchas historias, miedo al contacto con el otro, a enfermar, a morir, al desempleo, a no tener dinero o fuente de ingreso segura, entre otras.

El polo opuesto es el amor, cuando uno está enamorado, todo funciona de manera perfecta, alcanza el tiempo para todo, no hay enfermedades, el sistema inmune se mantiene elevado. La respuesta del cuerpo es benéfica y ayuda al mantenimiento de una vida plena y feliz.

Pero qué ocurre cuando vemos que algo externo ataca o amenaza nuestra vida, o nuestra integridad. La respuesta biológica del cuerpo es, en algunos casos, que el estómago se revuelva, que nos haga sentir que “algo no está bien”, hay un imperativo biológico que alcanza a ver el futuro potencial amenazante.

Debemos reconocer que eso es miedo y se siente en las entrañas. Existe una clasificación en 3 diferentes tipos: el paralizador, el distractor y el movilizador.

El paralizador, como su nombre lo indica, es el que no nos permite movimiento ni avance alguno. Quieres hacer un negocio nuevo, pero ese miedo te detiene. El confort te atrapa y no te deja avanzar.

Vamos a suponer que no te detuviste a realizar el negocio, ya lo tienes, pero ahora las exigencias son mayores y puede ser que tengas miedo de crecer, a esto le llamamos distractor. No te detiene, pero te da mil excusas para no continuar. Por lo general, aquí decimos que “cuando las cosas vayan mejor, lo hago; quizá no es tiempo todavía”, y cuando te decides resulta que ya te ganaron, alguien más ya hizo las cosas y, a fin de cuentas, no creciste.

Y el último es el más productivo de los miedos, el movilizador, es ese miedo tan grande que no te permite quedarte donde estás, es el que cuando estás frente al peligro, puedes correr más rápido que cualquier campeón velocista olímpico, saltas los muros más altos y haces cosas inimaginables.

Es el que te lleva a tomar decisiones, el que prende el motor para avanzar. Hay una frase popular que dice: “Hazlo y si te da miedo, hazlo con miedo”. Tan cierta, hay que entenderlo y usarlo a tu favor. Tómate unos momentos para ti y revisa a qué le tienes miedo: al éxito, al fracaso, a no tener, a tener mucho. Conociendo cuál es tu miedo puedes decidir si te paraliza, te distrae o te moviliza.

Si te enfrentas a un miedo paralizador, auméntalo al máximo para que se vuelva un motor movilizador, que no te permita quedarte en el lugar donde estás. Asume tus miedos y no trates de combatirlos, dice el psicólogo Carl Jung: “lo que niegas te somete y lo que aceptas te transforma”.

Te comparto un cuento de lo que el miedo puede llegar a hacer con su poder:

“La Peste se dirigía a Damasco y pasó velozmente junto a la tienda del jefe de una caravana en el desierto.

—¿A dónde vas con tanta prisa?, le preguntó el jefe.

—A Damasco, pienso cobrarme un millar de vidas.

De regreso, la Peste pasó de nuevo junto a la caravana. Entonces le dijo el jefe:

—Ya sé que te has cobrado 50,000 vidas, no el millar que habías dicho.

—No —le respondió la Peste—, yo sólo me he cobrado mil vidas, el resto se las ha llevado el miedo”.

Y aquí veremos que el miedo es poderosísimo, dependerá de cómo lo uses si te paraliza o te impulsa.