¿Sabes lo que dice la ciencia acerca de cómo gastar ese dinero que tanto trabajo te cuesta ganar, de manera que te proporcione mayores réditos en términos de felicidad?
Imagina que es tu cumpleaños y de regalo te dan a elegir entre el nuevo iPhone 7 o un día libre para que te vayas de excursión al Nevado de Toluca, ¿qué preferirías?
Lo más probable es que tu mente te lleve a pensar que poseer algo que puedes ver, tocar, sentir y utilizar durante un largo tiempo sea la mejor opción, y que la felicidad de tenerlo te durará tanto como el objeto, ¿cierto?
El doctor Thomas Gilovich, profesor de psicología de la Cornell University, llegó a una poderosa y contundente conclusión después de 20 años de estudio: no gastes tu dinero en cosas.
La paradoja de las posesiones es que creemos que la felicidad que proporcionan durará tanto como el objeto, sin embargo, se esfuma de inmediato.
¿Alguna vez has experimentado la emoción de haberte comprado un reloj, una prenda de vestir o lo que sea, la cual una vez que estrenas y guardas el objeto se desvanece en la oscuridad del clóset o el cajón?
Gilovich nos da tres razones por las cuales sucede lo anterior:
Gilovich y otros investigadores, como la doctora Elizabeth Dunn de la University of British Columbia, llegaron a la conclusión de que las experiencias, tan pasajeras como son, nos proporcionan una felicidad mucho más duradera que las cosas materiales. Aquí algunas de las razones:
El iPhone7 no cambiará quién eres, ¿tú crees que a tu esencia le importa? En cambio, una excursión en la naturaleza, con toda la belleza que puede ofrecerte, formará parte de ti, de tu alma, por lo que es probable que sí lo haga. "Nuestras experiencias conforman una parte mucho mayor de nosotros que nuestras cosas materiales", afirma Gilovich.
Me gusta el nombre que la doctora Dunn le da a la felicidad que proviene de las cosas: "charcos de felicidad", porque nos emocionan un instante, pero se evaporan rápido y nos dejan deseando más.
Para finalizar, considera el valor que le darías a esos momentos de convivencia en la naturaleza ya sea en soledad o compartidos con un buen amigo o un hijo. Ese es el gran valor de los recuerdos.
Si te dieran a elegir entre ganar un sueldo alto pero más bajo que el de tus compañeros o ganar un salario más bajo pero más alto que el de tus compañeros, ¿qué elegirías? Esta pregunta se le realizó a un grupo de personas como parte de un estudio que se llevó a cabo en Harvard; muchas de ellas no supieron qué contestar.
Sin embargo, cuando se les hizo la misma pregunta pero en relación con el número de días de asueto, la mayoría eligió tener un periodo más largo de vacaciones, aunque el del resto de sus compañeros fuera más corto.
Las experiencias están menos sujetas a las comparaciones que las cosas materiales. ¿Cómo cuantificas los momentos de gozo y convivencia que pasas en las vacaciones? No es tan sencillo. Es por eso que el psicólogo Thomas Gilovich nos da otra de las razones por las cuales es mejor invertir en experiencias que en posesiones: las comparamos menos.
La mayoría de las personas busca ser feliz. En esa búsqueda invertimos tiempo, dinero y energía. Es así que una vez que logramos cierta estabilidad económica, por lo general, compramos cosas: bolsas, libros, zapatos, relojes, juguetes, ropa, iPads, quizá hasta una casa. Y es así que en la primera noche que pasamos en la reciente adquisición nos sentamos en el sillón de la sala, sonreímos y exhalamos con orgullo.
Pero los días pasan y la costumbre también se instala en el nuevo hogar. La dicha se comienza a desvanecer y regresa la vieja sensación de que "no es suficiente y algo falta". Entonces, nos cuestionamos si seríamos más felices con un trabajo de mayor prestigio, con una casa más grande o un coche más lujoso.
Sucede que las cosas se convierten en una extensión de nosotros mismos, de la misma manera que el niño de dos años exclama "mío" cuando le quitan un juguete que él considera parte de su ser.
Las posesiones las usamos para mostrarnos a nosotros mismos y a los demás quiénes queremos ser y cómo deseamos ser vistos, por lo que nos hemos vuelto una sociedad centrada en los objetos más que en las personas.
Lo que resulta curioso es que diversos estudios confirman que el bienestar no aumenta proporcionalmente a las posesiones que acumulamos.
En la parte anterior de este artículo abordamos la primera razón por la que es mejor invertir en experiencias que en posesiones de acuerdo con el psicólogo e investigador Gilovich:
Viajar, convivir, aventurarte a experimentar cosas nuevas es, sin duda, la mejor forma de invertir en tu felicidad.