Querido Moctezuma:
Por más que Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de nuestro Presidente, Andrés Manuel López Obrador, insistió en recuperar su maravilloso penacho con sus 222 plumas verdes de quetzal, rojas de pájaro espátula y otras turquesas, para exhibirlo en 2021 en los aniversarios de la Conquista y la Independencia de México, la respuesta del presidente austriaco, Alexander Van der Bellen, hacia la no primera dama fue contundente: "imposible". Es verdad que este tesoro de arte plumario tan excepcional fue restaurado entre 2010 y 2012 por expertos del INAH en un proyecto conjunto con Austria, sin embargo, su estado después de 500 años, es extremadamente frágil, por lo tanto, no permite traslado por agua, tierra o aire hasta que exista una tecnología que pudiera impedir cualquier vibración. Es tal el cuidado que tiene el Museo Etnográfico de Viena que incluso la exposición "Aztecas", inaugurada hace apenas unos días, no cuenta con él debido a los riesgos que podía implicar moverlo, y eso que está en el mismo recinto.
Ante la negativa del gobierno austriaco de prestar el tocado, el Presidente le mandó un mensaje a su esposa: "Insiste porque es una pieza nuestra, de México y somos muy perseverantes. Lo difícil lo resolvemos y lo imposible lo intentamos". El mandatario insiste en decir que los austriacos "se lo han apoderado por completo". ¿Verdad que no le asiste la razón? Como bien dice la historiadora Carmen Cook de Leonard: "Este penacho no fue 'robado' a México (...) pues es parte del envío de 158 piezas de variable valor, que mandó Moctezuma como regalo, como era costumbre en aquel entonces, a Cortés como importante visitante". Según Cook de Leonard, usted, señor de los señores, nunca lo usó. ¿Es cierto? El rico atavío mide 116 centímetros de altura y 175 de diámetro y como pesa más de un kilo, Gerardo del Olmo Linares afirma que era imposible que alguien lo sostuviera erguido sobre la cabeza: "El mal llamado penacho de Moctezuma es en realidad una capa de plumas preciosas que portó algún sacerdote y no el emperador del imperio mexica". Alrededor del penacho, la explicación que más me gusta es la del historiador y escritor francés Christian Duverger: "El penacho de Moctezuma no es un tocado, sino un ornamento que se llevaba a la altura de las espaldas detrás de la cabeza, sin tocarla. Los españoles llamaron a este elemento de adorno 'resplandor'. Funcionaba como media aureola". Le confieso, Moctezuma, que me gustó mucho esta imagen por poética y artística.
Capa, tocado o penacho, el caso es que todo este misterio e interpretaciones históricas no han hecho más que engrandecer aún más la figura de Moctezuma Xocoyotzin, el tlatoani de los mexicas, "Señor sobre todos los Señores y el mayor de todos, y Señor muy severo y grave y hombre de coraje y sañudo, que se enoja súbitamente con liviana ocasión", como lo describiera Diego Muñoz Camargo. ¿Era usted muy enojón? Así es nuestro tlatoani López Obrador, súper, súper enojón. No se imagina usted los corajes que hace contra la prensa. No hay día en que no la critique y la censure en las "mañaneras". En una ocasión dijo: "Ahora se están agrupando, toda la prensa conservadora, y están en una campaña en contra del gobierno". Esto, mi querido Moctezuma, no hace más que enrarecer aún más el ambiente en nuestro país. Por añadidura, en todo el mundo entero, se está padeciendo una pandemia terrible, nada más en México se han muerto 84,898 personas. Esta es una más de las derrotas del Presidente que insiste en no ponerse un cubrebocas para evitar infectarse. ¿Se da cuenta, emperador, de su irresponsabilidad y mal ejemplo?
De allí que para distraer la opinión pública de todos, todos nuestros problemas, mandó a su mujer, en su dizque "representación", a recorrer Europa (muy mal vestida, por cierto) para recuperar códices, piezas arqueológicas y objetos históricos; con decirle, Moctezuma, que ya fue a entrevistarse hasta con el Papa Francisco, a quien le entregó una carta en la que le planteaba que: "la iglesia Católica, la Monarquía española y el Estado Mexicano debemos ofrecer una disculpa pública".
¿Se acordará todavía, mi querido Moctezuma, de lo que pasó hace 500 años? Mientras hace memoria, me despido de usted, no sin antes pedirle perdón como descendiente de españoles, igual que AMLO, y mandarle toda mi admiración.