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El camino olímpico: la profesión de representar a México

Por: Jorge Iga
Nadador olímpico mexicano representante de México en París 2024
Instagram/jorgeiga

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Elegir el camino olímpico es una decisión de vida que va mucho más allá de la competencia. Para un atleta olímpico en nuestro país cada entrenamiento, cada sacrificio y cada paso en este recorrido tiene un propósito claro: representar a México con honor en el escenario deportivo más grande del mundo. Este compromiso no sólo exige dedicación y sacrificio personal, sino una inversión financiera considerable. Convertirse en atleta olímpico es una carrera profesional que implica tomar decisiones difíciles y, en muchos casos, poner en pausa otras oportunidades de desarrollo profesional.

Para alcanzar el nivel olímpico, el esfuerzo es constante y el costo de esta dedicación no es menor. Muchos atletas invierten en entrenamiento físico, recuperación y preparación con un equipo de apoyo que incluye desde entrenadores para cada área, pues no todo se centra en el deporte que se practique; fisioterapeutas y nutricionistas –lo que no abarca únicamente la dieta adecuada que cubra los requerimientos del cuerpo, sino también los suplementos para rendir al máximo– hasta psicólogos deportivos. Este nivel de compromiso demanda aproximadamente 90 mil dólares anuales para optimizar los resultados y tener acceso a los recursos necesarios en un solo lugar.

Este presupuesto cubre no sólo los costos de entrenamiento y recuperación, sino también los gastos de habitar en un entorno adecuado para competir al máximo nivel, como residir y entrenar en el extranjero, por ejemplo, en Estados Unidos, donde las instalaciones y la competencia en el día a día son de alto nivel.

Vivir y entrenar fuera del país es una decisión estratégica para muchos atletas mexicanos que buscan mejorar su rendimiento y maximizar su potencial competitivo. Este entorno especializado no siempre está disponible en México, y establecerse en el extranjero implica adaptarse a un nuevo estilo de vida y asumir los costos que conlleva. Este camino es una inversión en el sueño olímpico, un sueño que muchos atletas mexicanos están dispuestos a perseguir no por una recompensa económica, sino por el honor de llevar la bandera de México a la justa deportiva más importante del mundo.

Aunque el camino olímpico significa una inversión considerable y la renuncia temporal a otras metas profesionales, el objetivo de representar a nuestro país con dignidad y respeto supera cualquier costo. La posibilidad de ser parte de los Juegos Olímpicos, de competir hombro a hombro con los mejores atletas del mundo, es una recompensa invaluable.

Este privilegio de ser embajador de México es lo que impulsa a cada atleta a darlo todo. Para aquellos que llegan y para quienes aspiran a llegar, cada esfuerzo es un acto de compromiso y perseverancia que proyecta la imagen de México con orgullo y honra.

En mi caso, con una trayectoria de más de 20 años en la natación, he forjado mi camino con disciplina y pasión. Mi compromiso va más allá del deporte: me inspira guiar y motivar a las nuevas generaciones para que se atrevan a perseguir y conquistar sus sueños, como yo he conquistado los míos.