
La Fórmula 1 es la categoría más importante del automovilismo en el planeta. Representa la élite de un mundo que, a lo largo de su historia, pasó de ser un cerrado grupo de entusiastas a uno de los deportes más exigentes y complejos que hay en la actualidad.
Debido a que los pilotos se preparan para soportar intensos cambios de presión y los duros castigos de las Fuerzas G, y al mismo tiempo entrenan sus mentes para mostrar un estado de foco mental óptimo para pilotar los complejos sistemas de sus autos durante las carreras, se pude decir que son atletas hipercapacitados que arriesgan sus vidas cada vez que compiten.
Solamente ese aspecto vuelve a esta competición algo digno de ver. Sumado a que su calendario comprende Grandes Premios de varios días que se llevan a cabo en diferentes puntos del mundo a lo largo del año.
Las escuderías que se disputan el Mundial de Constructores de la Fórmula 1 despliegan una impresionante serie de protocolos para mover no solamente los autos, sino también sus estaciones de trabajo móvil y, por supuesto, toda su infraestructura mecánica.
Gracias a ese gran detalle, la máxima categoría del automovilismo es conocida como el gran circo. Cada autódromo, circuito y ciudad que la albergan recibe en la semana de Gran Premio no sólo a los equipos y pilotos, sino a un ejército de trabajadores, prestadores de servicios y cientos de voluntarios.
Para asegurar ese gigantesco espectáculo móvil, todo comienza con la impresionante logística de transportación. Dado el volumen que tienen que mover, la planificación de la temporada se proyecta de manera conjunta con el calendario, lo que permite balancear tiempos y distancias por recorrer.
Tanto los equipos como la organización hacen envíos masivos por vía aérea y por vía marítima. Variando según los presupuestos con los que cuenta cada escudería, se especula que transportan entre 50 y 60 toneladas de material a lo largo y ancho de la competición.
La F1 sostiene un importante convenio con la firma DHL, que provee parte del servicio de logística global, la cual considera los complejos trámites aduanales que se requieren para importar y exportar la infraestructura de cada semana de carrera.
A cada ciudad que visitan se transportan aproximadamente 600 toneladas por vía aérea y unas 500 por la vía marítima, cargas que se van cruzando por tierra para que entre los días domingo y lunes comience el despliegue de ensamblado y preparación. Esto sólo cambia cuando el calendario sostiene fechas europeas en donde el despliegue general se hace en su mayoría por vía terrestre.
Para los espectadores que ven el evento por TV podría resultar asombroso, pero las estaciones de trabajo que se ubican junto al pitlane, los imponentes motor homes de cada escudería e incluso el contenido de cada garaje son parte de este despliegue logístico.
Una vez terminado, específicamente los domingos por la tarde, todo se empaca y se prepara para moverse a los puertos de salida rumbo al siguiente destino. Y es esto lo que hace que cada detalle sea milimétricamente planeado. Ya que un ligero retraso pone en riesgo no sólo el siguiente Gran Premio, sino el resto del calendario.
No quedan dudas de que este deporte tiene muchos aspectos dignos de apreciarse. No resulta una sorpresa que mucha tecnología creada en la categoría se vaya colando poco a poco en la vida del ciudadano de a pie. Seguramente en los servicios de paquetería veremos alguna influencia de los constantes aprendizajes que les deja este deporte a las compañías de logística.