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Litio, el oro blanco de la revolución energética

Por: ME. Alejandra Haro Mejía
Química analista, emprendedora y fundadora de inspanish.net
@aleHaMe

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El litio es el elemento metálico más popular en la actualidad debido a su rol en la transición hacia tecnologías energéticas libres de combustibles fósiles. Al ser el material clave para la producción de baterías, es tan codiciado que ahora se le denomina “el nuevo oro blanco”; no obstante, su uso se ha convertido en una paradoja.

Las baterías de iones de litio fueron desarrolladas por los ganadores del premio nobel de química (2019) con el propósito de contribuir a una solución a los problemas ambientales. Estas baterías son ligeras, recargables y de gran capacidad; empleadas en celulares, laptops, automóviles eléctricos y almacenes de energía de fuentes renovables; por ende, consolidan la actual revolución energética.

Disponiendo de esta tecnología, es evidente que los automóviles de combustión interna tienen sus años contados. Empresas como Tesla, GM, Volkswagen, BMW, KIA, entre otras, han empezado a abastecer el mercado con vehículos que hacen uso de baterías de iones de litio (carros eléctricos) no porque sea tendencia, sino porque se convertirán en un estándar. La Unión Europea, por ejemplo, prohibirá la venta de carros de combustión interna a partir del 2035.

La demanda de litio se ha multiplicado, desatando una cacería y sobreexplotación de los minerales que lo contienen. Las principales reservas están en Sudamérica. Chile, Argentina y Bolivia forman “el triángulo del litio”, zona geográfica donde se encuentra más de la mitad de las reservas mundiales; otros países como Australia y China también poseen concentraciones importantes de este elemento.

La electrificación del transporte se ha convertido en prioridad en el camino hacia un futuro con cero emisiones de carbono, y aunque las baterías de litio favorecen la adopción de energías renovables y un uso más eficiente de la energía en general; todas las monedas tienen dos caras.

El litio está en forma iónica en minerales como los silicatos, que deben extraerse en grandes cantidades para su utilización. El proceso de extracción consume mucho tiempo y energía, requiere grandes cantidades de agua y productos químicos, además, daña el suelo y provoca la contaminación del aire, razón por la cual la minería empieza a ser considerada como una técnica del pasado que deja tristes cicatrices en nuestro planeta.

Al igual que el petróleo, el litio es un recurso no renovable. Los expertos estiman que en tan sólo 50 años empezaremos a sufrir un desabasto. Es imprescindible crear leyes y reglamentos ambientales para reducir el impacto negativo de su explotación y  evitar tropezar con la misma piedra, caminando en círculos sin obtener el futuro sostenible que tanto se anhela.

Científicos e investigadores ya han empezado a crear alternativas y prototipos, como las baterías de iones de sodio, elemento muy abundante y de extracción más barata. Asimismo son más potentes que las de litio, se recargan mucho más rápido, pero su tiempo de rendimiento es limitado.

Por el momento, mientras que el litio continúa siendo el elemento estrella, México le da la bienvenida a uno de los principales usuarios de este tipo de baterías: Tesla; e irónicamente enfrentará el reto que el actual gobierno intentó resolver con una nueva refinería: el suministro de energía.

La llegada de Tesla y su ecosistema a México pueden impulsar la transición hacia la producción de energía limpia, siendo optimistas, tal vez hasta pudieran fomentar el uso de microgrids, y con ello hacernos parte no sólo en la revolución energética, sino también de la tercera revolución industrial.

El uso de combustibles fósiles dio un giro de 180° a la industria y el transporte del siglo XX y se considera que el litio será el personaje principal del siglo XXI. Sin embargo, a diferencia de nuestro pasado, hoy en día conocemos perfectamente los pros y contras del uso del litio, además de tener un doble objetivo: generación de energía, sin generación de emisiones contaminantes.