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Shein y la crisis de basura

Por: LCC. Gabriel Moreno Rodríguez
Productor; académico en el ITESM; director de noticias; analista en temas de tecnología y CEO
@gabofanfare

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En ediciones anteriores hice anotaciones sobre cómo la pandemia y el aislamiento social sirvieron como un inesperado impulso para que, durante el 2022, las ventas online en México tuvieran un crecimiento del 23%, de acuerdo con el Estudio de Venta Online 2023, elaborado por la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO) en colaboración con Netquest, Netrica, Similarweb y GfK. Así, México se posicionó en el top cinco de los países con mayor tasa de crecimiento de e-commerce a nivel mundial, siendo superado por India, Filipinas e Indonesia.

En nuestro país, una de las industrias que registró mayor crecimiento fue la de la compra de ropa, zapatos y accesorios. De acuerdo con el portal Expansión, tan sólo el año pasado 33.4% de las importaciones de ropa provino de China, mientras que 29.6% llegó desde Estados Unidos.

De los gigantes en la venta de ropa, Shein ­–empresa catalogada de ultra fast fashion– no sólo ha transformado la forma en que se comercializa la ropa, sino también la manera en que el consumidor compra y sostiene una relación con sus prendas.

Mientras la ahora considerada tradicional fast fashion de empresas como Zara, Bershka y Pull & Bear dictaba un cambio de mercancía que oscilaba entre un par de meses a semanas, Shein ofreció una aceleración extrema en donde los conjuntos de ropa cambiaban en cuestión de días y no se limitaban a una sola “colección”, sino que podía englobar decenas de estilos diferentes.

Shein, con sede en Nanjing, China, y fundada en 2008, apunta directamente a la generación de las redes sociales, la "Gen Z", valiéndose de influencers en Instagram y TikTok, y códigos de descuento para atraer a los compradores más jóvenes en un mercado de la moda cada vez más concurrido.

El éxito de la marca en México ha sido tal que este año la empresa anunció que posicionará su centro de operaciones en Latinoamérica, justamente en nuestro país.

Pero dentro de este camino de éxito, la conversación ha tomado fuerza en torno al costo que tiene una industria históricamente conocida por sus abusos sistemáticos a trabajadores y al impacto ambiental por sus métodos de producción.

En el aspecto ambiental, Shein y las industrias de moda representan un 10% de las emisiones de carbono que contribuyen a la polución del planeta y en el caso de la contaminación de los océanos podría tratarse de hasta un 20%, lo anterior de acuerdo con las Comisión Económica de las Naciones Unidas.

En sus estimaciones, expertos calculan que en la fabricación de una prenda de algodón se usan 2,700 litros de agua, lo que en promedio sería lo que consumen dos adultos en un lapso de dos años.

Lo cierto es que Shein es identificado como el principal responsable en la crisis climática con productos que contienen materiales sintéticos no biodegradables, fomentan las compras compulsivas que no cubren ninguna necesidad esencial y, por si fuera poco, el hecho de ser un negocio en línea representa una mayor cantidad de emisiones contaminantes por los recursos que requieren sus prendas para ser transportadas hasta la puerta de nuestros hogares.

En ese sentido, la realidad es que Shein como empresa difícilmente tomará medidas y la responsabilidad cae en nosotros, fomentando una cultura de consumo responsable de este tipo de productos, al mismo tiempo que veamos con mayor seriedad el peligro que representa dejar que nuestros impulsos dicten lo que va a nuestro guardarropa.