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Sustentabilidad, más allá de una estrategia de marketing

Por: IQ. David Daniel Andrade
Ingeniero químico; líder del Área de Investigación y Desarrollo de Componentes, en la industria automotriz
daviddaniel.andrade@outlook.com

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Desde hace un par de años, la mayoría de las empresas ha comenzado su travesía por la búsqueda de un proceso de manufactura más amigable con el medio ambiente, proceso en el cual se han generado diversos tipos de propuestas y muy ingeniosas opciones como su propia definición de “alternativa sustentable”.

Si bien existen distintas maneras de llegar a un mismo fin, estas propuestas están directamente relacionadas con el tipo de producto en cuestión y la realidad es que nadie ha definido el camino correcto para seguir en esta odisea ecológica.

Para entender un poco mejor las opciones, primero se tendría que hacer un rápido recuento sobre los problemas ambientales a los cuales nos enfrentamos como sociedad.

Los principales desafíos serían la contaminación de la atmósfera, seguida directamente por la contaminación de suelo y agua, así como la deforestación y los genocidios ecológicos, sólo por mencionar algunos.

Tomando lo anterior en consideración, es comprensible que cada uno de estos puntos cuenta con una o más maneras de ser confrontados. También es válido mencionar que, en la mayoría de las ocasiones, algunas de estas soluciones no necesariamente están alineadas con las otras, generando un potencial efecto adverso.

Como ejemplo de lo que hemos mencionado podríamos hablar de las opciones “Bio”, alternativa que ha tomado un mayor impulso dentro del mercado con la elaboración de productos hechos con base biológica para permitir una degradación acelerada o con menor impacto atmosférico debido a sus emisiones, comparada con productos que pueden tardar siglos en descomponerse o que tengan una mayor emisión química hacia el medioambiente. Esta opción es bastante amigable, sin embargo, las empresas deberían ser precavidas al momento de seleccionar la naturaleza de dichos componentes durante la preparación de las formulaciones, debido al posible uso de otros que, si no son químicamente compatibles, pueden comprometer el uso final al cierre de su “ciclo de vida”, impidiendo que se pueda reutilizar (reciclar) en un futuro. De igual manera, se debe considerar el origen de sus componentes biológicos, ya que por el afán de conseguir dicha materia prima podría competir directamente con sectores que necesitan ser procurados como lo son el alimenticio o el forestal.

Otra propuesta es el uso de materiales reciclados, los cuales apelan a la reutilización de deshechos como fuente de materia prima dentro de la composición del producto o para su uso futuro. Si bien hay distintos métodos tanto químicos como biológicos (por mencionar algunos), el que se podría considerar más común sería el de naturaleza termomecánica, el cual reutiliza a granel productos ya desechados y los degrada a su forma base por medio de descomposición mecánica (triturándolos, por ejemplo) y calor.


Si bien este proceso tiende a ser bastante práctico, el añadimiento de interfases y una aplicación de calor contribuyen al incremento de la “huella de carbón” que este producto en cuestión tendrá al final, relacionándose directamente con el ya mencionado impacto atmosférico.

Como estos, hay muchos casos que, aunque pueden parecer bien intencionados, generarían otro tipo de problemas a largo plazo, por lo cual durante este periodo de “definición” es prudente que las empresas vean más allá de la palabra “sustentable” y busquen las opciones más viables y de mayor beneficio ecológico, no sólo aquellas que sirvan para tener una “mercadotecnia” atractiva o que sean motivadas por mero interés monetario.