“La juventud es la fuerza más activa y vital de la sociedad. Los jóvenes son los más ansiosos de aprender y los menos conservadores en su pensamiento”
Mao Zedong.
A lo largo de los años, y según las convenciones culturales, la juventud ha sido definida de muchas formas, desde un determinado grupo de edad hasta un estado incompleto del ser humano previo a la adultez, haciendo a este sector más vulnerable social y laboralmente.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se define como aquellas personas comprendidas entre los 15 y 24 años de edad, representando el 15% de la población activa en el mundo, lo cual incluye desde estudiantes que trabajan, jóvenes con o sin educación superior, pero insertos laboralmente, hasta emprendedores.
Cabe señalar que la salud y seguridad en el trabajo es un derecho humano, fundamental y reconocido, desafortunadamente para las y los jóvenes, aunado a las crisis de inestabilidad económica que se tiene en algunos países, los coloca en un medio en donde la oferta es, en su mayoría, incierta y con empleos temporales, pocas veces supervisados y con escasa posibilidad de contar con garantías de acceso a servicios de salud y seguridad social, lo cual imposibilita que se cuente, además, con estadística del tipo de lesiones y enfermedades específicas en estas edades.
Reflexionar sobre este tema recae en que algunas entidades internacionales, como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), han señalado que este grupo puede llegar a tener un 40% más de probabilidades de sufrir un accidente que los adultos; lo cual representa un enorme impacto, que puede abarcar un simple incidente o la discapacidad, y afectar la economía o enfrentar pérdida de oportunidades profesionales.
Sin embargo, también el desarrollo emocional en esta etapa de la vida toma relevancia, ya que en ocasiones las presiones sociales y laborales son tales que incrementan la imprudencia en sus comportamientos; si se considera el hecho de contar con menor nivel de instrucción, competencias y experiencia que un adulto. Y, no menos importantes, las características del desarrollo físico se hacen notar, ya que su cuerpo puede ser más susceptible a los efectos dañinos de ciertas sustancias y agentes tóxicos.
Dentro de los sectores empresariales que la OIT ha identificado como de mayor riesgo, sobresalen los de la construcción, la agricultura y la manufactura.
Por ello, algunas de las recomendaciones para las empresas, padres, gobierno y sociedad, ante los nuevos programas de inclusión laboral, son: adaptar los programas e incluir a los jóvenes, revisar la normativa vigente a fin de integrarlos en las políticas laborales y garantizarles sus derechos, fortalecer las prácticas de higiene y seguridad previas a su incorporación; así como reorientar las opciones laborales y puestos específicos, según su habilidades y capacidades, sin que se expongan.
Empero, la OIT, preocupada por posicionar el tema en la agenda, tiene una carpeta de “Seguridad en el trabajo para los jóvenes”, en la cual proporciona recursos de orientación a las y los trabajadores, e incluso para sus padres y personal administrativo y empleador, en donde encontrarán normativa vigente en materia de salud laboral, buenas prácticas, guías de evaluación; y algo sumamente importante, material dirigido específicamente a adolescentes y jóvenes trabajadores. Esta carpeta está disponible en: https://www.ilo.org/ipec/areas/Safeworkforyouth/WCMS_157579/lang--es/index.htm o https://www.ilo.org/global/lang--es/index.htm