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ESTILO Y VIDA

Marcha a tu propio ritmo

Por: LN. Laura Sánchez Flores
Terapeuta especialista en cognición, lenguaje y biodescodificación
sanlauris@hotmail.com

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Hace tiempo vi una película que me hizo reflexionar sobre la manera en la que me muestro al mundo. Se llama Vivo, es la historia de un kinkajú, llamado Vivo, que se aventura a viajar desde Cayo Hueso hasta Miami, con el propósito de llevar la última canción que compuso su dueño, que muere justo antes del viaje, a la mujer que fue el gran amor de su vida.

En esta travesía no se encuentra solo, para viajar se mete en la maleta de una niña muy peculiar: Gaby, que ama la música, aunque no es muy buena para ejecutarla. Es este momento, donde aparece ella, el que me llevó a pensar y cuestionarme.

Gaby es una niña con el cabello morado, con un atuendo muy distinto a lo que se esperaría para su edad, es rebelde, sumamente auténtica y fuera de lo común. Es solitaria, ya que no encaja en los grupos de niñas de su barrio. A lo largo de la película los demás personajes tratan de hacer que actúe conforme a los estándares convencionales.

Ella se mantiene firme en su autenticidad pese al juicio de sus compañeras scouts, que la reprenden y la juzgan, con esto se me vinieron a la mente muchos instantes de mi vida donde yo me tenía que poner ropa con la que no estaba cómoda porque era lo que se “debía” usar para no ser criticada.

Y pienso que muchísimas veces dejamos de ser nosotros mismos por seguir las pautas de la moda, lo estandarizado, lo correcto para ser aceptados, esto nos lleva a estar en un estado emocional de incomodidad, que se refleja en mal humor y enojo. Y, así, no disfrutamos el momento.

Esta pequeña conoce bien sus gustos e intereses, es perseverante y lucha contra todos para lograr lo que se propone. Sabe que no sólo es una imagen, así que no busca cambiar de “personalidad”, según el ambiente en el que se encuentre.

Me sorprendí de la cantidad de “máscaras” que creamos para sostener una imagen ante los demás, por ejemplo: la de buena madre, la de terapeuta, la de hija mayor, etc. Cada una de estas tiene unas características específicas que cumplir y depende de eso el que tengamos el reconocimiento de los demás.

Que importante es reconocer esas “máscaras”, sobre todo cuando no te hace feliz llevarlas, cuando los resultados de tu vivir no son satisfactorios para ti. No se trata de ir contra la corriente sin saber el motivo, se trata de estar en tu esencia y no querer ser lo que no somos.

Ser nosotros mismos y defender esas características propias que nos gustan y son el factor diferencial que ofrecemos al mundo. Cuántas veces nos mutilamos y dejamos lo que queremos por encajar en un sistema que va en contra de nuestras creencias y convicciones, pero la necesidad de pertenecer y ser aceptados es muy grande en el ser humano.

Gaby encuentra en Vivo a alguien que la comprende y se comunican a través de la música, los dos son muy diferentes, sin embargo, unen sus puntos en común para lograr un objetivo, creando una armonía perfecta para su objetivo.

Desde un inicio, ella acepta al kinkajú tal cual es, pero él no, ya que no se ha dado cuenta del potencial que posee para ayudarlo en la tarea que tiene que realizar.

En el momento en que Vivo cambia el enfoque hacia Gaby, se vuelven mejores amigos y reconocen las fortalezas de cada uno que, al sumarlas, los vuelven imparables. Esta es una invitación a reconocer el brillo y las capacidades de los demás y las de nosotros mismos para sumar potencialidades y hacer cosas grandiosas.

Si solamente queremos poner todo en la caja de lo correcto y lo incorrecto no nos permitiremos ver lo valioso que pueden aportarnos los demás, la diversidad es indispensable para sumar opciones y otros puntos de vista, con los cuales podemos generar estrategias eficaces para la resolución de las dificultades que se nos presenten.

Los invito a reconocer el brillo que hay en todos y cada uno de nosotros.