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CIENCIA Y TECNOLOGÍA

¿No te gusta el avance tecnológico? tal vez seas neoludita

Por: LI. José Eduardo Carrillo Castillo
Gerente de sistemas e informática STRATEGA Consultores
eduardo.carrillo@strategamagazine.com

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¿Temes que el mundo se convierta en un capítulo de Black Mirror por culpa de los gigantes avances tecnológicos de los últimos años? ¿Piensas que la inteligencia artificial te quitará tu trabajo? ¿Te provocan ansiedad los algoritmos de las aplicaciones? ¿Odias la tecnología? Si tu respuesta es sí, deberías considerar ser un neoludita.

Durante la época de la primera gran Revolución Industrial surgió un movimiento que hoy en día se conoce como ludismo; nace en el siglo XIX en Inglaterra debido a que grandes protestas criticaban el avance de las máquinas industriales amenazando con quitar el empleo a muchas personas, las grandes líneas de producción comenzaban a surgir y el miedo a la industrialización era cada vez mayor, fueron los artesanos los que, en su mayoría, temían que las máquinas telares y de hilos los sustituyeran. Han pasado los años y, contrario a lo que se creía, las artesanías, es decir, “lo hecho a mano”, más que desaparecer han tomado auge, pero si revisamos los hechos del pasado, podemos saber en qué punto de la historia nos encontramos y, una vez más, la historia parece repetirse, ya que el ludismo brota nuevamente ante el temor de que la cuarta revolución industrial, apoyada por tecnología como la inteligencia artificial, los algoritmos y las cadenas de bloques, dejarán sin trabajo a millones de personas, es decir, se crea un neoludismo.

Ideas de que las redes sociales comienzan a persuadir a las masas, que la vacuna contra el COVID-19 contiene un microchip, gente quemando las antenas 5G por miedo a que provoquen cáncer, son potenciadas por personas con un fuerte neoludismo, olvidando que la humanidad ya ha pasado varias veces por este tipo de procesos disruptivos y cambios sociales, por ejemplo, las señales de datos para celular 3G y 4G tuvieron que pasar por las mismas falacias y sigue sin demostrarse daño alguno (te sugiero investigar la radiación no ionizante), los comerciales de televisión no desaparecieron con la llegada de YouTube, más bien se adaptaron; por otro lado, el fin de la tecnología 5G es ser utilizada para conectar a personas con problemas del corazón por medio de IA, que avisará al hospital para que envíe una ambulancia, si el algoritmo detecta arritmias fuera de lo normal que vaticinen un posible paro cardiaco y comenzar a salvar más vidas, automatizando la respuesta médica.

Detrás del neoludismo existe el sesgo de confirmación de que todos, como seres humanos, solemos leer, ver y percibir aquello que confirma, valida y reafirma lo que ya creemos que es cierto y, de esta manera, nos será más difícil comenzar a aceptar o leer argumentos contrarios, es decir, si un individuo ya cree que el 5G hace daño y, además, descubre un grupo en Facebook que ataca dicha tecnología, encontrará personas que seguramente validarán al sujeto y su sentido de pertenencia, no sólo se reafirmara su sesgo, sino que sentirá una necesidad de proteger a quienes comulgan con sus ideas generando un efecto de familia, esa a la que ya no juzgas, la aceptas porque ahí se reafirma lo que tú dices creer.

Es de naturaleza humana tenerle miedo a lo desconocido, cuando el hombre descubrió el fuego no necesariamente fue una grata experiencia, hubo quemaduras de piel, grandes pastizales incendiados y batallas que culminaron en tragedias al aprender que el fuego podía utilizarse también como un arma; con la tecnología sucede algo similar, basta observar las tendencias en contra de la 5G, todo esto parece alimentar las bastas distopías escritas sobre un futuro catastrófico, donde la inteligencia artificial provocaría un apocalipsis; ya es tan grande esta creencia potenciada por el neoludismo que es muy difícil encontrar series, películas o libros sobre utopías asociadas a la tecnología.

No sabemos qué le depare el futuro a la humanidad, pero algo seguro es que la historia se repetirá después de la IA, tal vez, y espero equivocarme, surja un movimiento que critique y discrimine ya no por un tono de piel, sino por la composición metálica de bioimplantes, una especie de neoludismo xenofóbico, las máquinas potenciarán nuestro natural miedo a lo desconocido y cuando propongan una solución disruptiva, la historia volverá a comenzar.