INICIO | SALUD
SALUD

¿Por qué nos cuesta tanto apegarnos a un tratamiento?

Por: MSP. María Jocelyn Bravo Ruvalcaba
Médica egresada de la UASLP; maestra en Salud Pública por la Escuela de Salud Pública de México, del INSP
@Ma_joshyta

Share This:

“La enfermedad nunca es neutra. El tratamiento nunca está libre de ideología”. Anne Boyer

La adherencia terapéutica o el apego al tratamiento, definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “el grado en el que la conducta de un paciente, en relación con la toma de medicación, el seguimiento de una dieta o la modificación de hábitos de vida, se corresponde con las recomendaciones acordadas con el profesional sanitario” es un tema del que poco se habla, pero que tiene gran impacto en la salud de la población, y en las economías de los países al repercutir directamente en los gastos de las personas, el sistema sanitario y, lo más importante, en la evolución de las enfermedades y la mortalidad prematura.

Este tema no es nuevo y, aun cuando gracias a la tecnología y el avance de la ciencia existen nuevas estrategias de apoyo, al padecer una enfermedad aguda o crónica... ¿por qué las personas no nos tomamos los medicamentos como nos indican?, ¿por qué lo suspendemos, sin terminar los días establecidos?, ¿por qué tenemos en casa grandes cantidades de medicamentos que ya caducaron?, estas y otras preguntas se hacía el doctor Rafael Álvarez C. (investigador y pionero en la cirugía de obesidad en México) hace 10 años, pero parecen tan vigentes que nos seguimos cuestionando.

Diversos y variados son los factores relacionados a la adherencia, y nos referimos a adherencia porque implica consentimiento y participación de las personas en indicaciones y recomendaciones de los profesionales de la salud, a diferencia del término cumplimiento, el cual hace algunas décadas requería la sumisión total de los individuos a estrategias médicas; todos ellos íntimamente relacionados.

Entre los principales, están las características de las personas, en donde lo primero que podríamos pensar es en la edad y su capacidad en la toma de decisiones, pero también dependerá de su entorno cultural y social, su nivel educativo y económico, hasta su personalidad o el tipo de enfermedad, como los trastornos cognitivos –relacionados con la memoria–, los cuales determinarán si la persona entiende la importancia del tratamiento, seguir las indicaciones de uso y terminarlo.

Por otro lado, están las características de los medicamentos, las cuales se pueden dividir en tres aspectos importantes: el primero su costo, pues aun cuando a la fecha hay muchos medicamentos genéricos (que implican menor costo) no todas las personas están en condiciones de adquirirlos fácilmente, además, por lo general, un tratamiento –por “menor” que sea la afección– requiere de uno o más fármacos. Aunado a ello estarán las peculiaridades de acción del medicamento, la rapidez con que actúe y la duración, pues al no ser casi inmediata, asumimos que no es efectivo y tiene efectos adversos, lo que suele ser causa común de abandono.

Asimismo, debemos tomar en cuenta el tipo de padecimiento, pues no es lo mismo consumir un antibiótico por siete días a un medicamento para la tuberculosis por 6 meses, o de por vida para enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión arterial o el hipotiroidismo. Y finalmente las características de los profesionales de la salud, en donde lo esencial es la comunicación, la cual –con las dinámicas actuales– debería ser asertiva, es decir, clara, honesta, respetuosa y empática, prestando atención a las emociones y las necesidades de los pacientes, sobre todo, ante diagnósticos con pronósticos pocos favorables.

Y si bien es cierto que mucho tenemos que hacer el personal de salud para optimizar el sistema sanitario y el modelo de atención para mejorar el apego, no quiero dejar de invitar a las personas a participar activamente en la búsqueda de su bienestar, estableciendo hábitos saludables y, ante una enfermedad, comunicar las dudas al médico, seguir las indicaciones del tratamiento de manera rigurosa, asistir a las citas de seguimiento y, en algunos casos, buscar grupos de ayuda, o apoyarse en el uso de aplicaciones para monitorizar nuestra salud o enfermedades, recordatorios en la toma de medicamentos y hasta revisar nuestra salud mental, pues, como dicen, la responsabilidad de generar el cambio reside también en cada uno de nosotros.