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SALUD

VIH y el trabajo

Por: MSP. María Jocelyn Bravo Ruvalcaba
Médica egresada de la UASLP; maestra en Salud Pública por la Escuela de Salud Pública de México, del INSP
@Ma_joshyta

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“Un mal que presentándose como el que quita vida, puede también ser un factor importante para generarla, asumirla, compartirla y ayudar a sanar a otros que la creían perdida”.

Anónimo  

La palabra epidemia tomó relevancia en años recientes debido al COVID-19 y la Influenza, sin embargo, hay una que nos aqueja como importante problema de salud pública y de la que no siempre se quiere hablar abiertamente: la epidemia del VIH/sida.

Como lo hemos visto con el SARS-CoV-2, para que se disemine por todo el mundo se necesita la confluencia de factores sociales y biológicos, de ahí que se tenga la teoría de cómo a través de la caza y el intercambio comercial fue que el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) saltó de infectar chimpancés, en África, a los humanos. En el mundo y en nuestro país los primeros casos se reportaron en 1981, estimando a la fecha la muerte de más de 40 millones de personas y hay un aproximado de más de 38 millones que viven con la infección. En México para 2021 se reportaron poco más de 4 mil fallecimientos por este virus, 83.6% hombres.

Mucho se ha aprendido a lo largo de ya casi cuatro décadas desde la identificación del virus y aunque la cantidad de personas que viven con la infección, los nuevos casos y las defunciones han ido a la baja gracias los programas de detección y sobre todo al tratamiento con nuevos antirretrovirales, los esfuerzos por lograr que las personas con la enfermedad, la cual no tiene cura, tengan mejor calidad y más años de vida siguen siendo prioridad en la salud internacional.

La infección por VIH cobra relevancia, ya que al ser el sistema inmune (de defensas) la diana, el cuerpo queda vulnerable a ciertos virus, bacterias, parásitos y hasta células cancerosas que normalmente el sistema controla; incluso, en los casos avanzados, evoluciona a síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) y la muerte prematura.

Una persona puede adquirir el virus a través de la sangre por transfusiones o uso de objetos punzo cortantes; por el semen o las secreciones vaginales cuando se tienen relaciones sexuales sin protección; y durante el embarazo, el parto y la lactancia, si la mamá tiene la infección. Es importante señalar que, dado que el virus no sobrevive mucho fuera del cuerpo, no se transmite por aire, picadura de mosquitos, besos, abrazos ni por compartir platos o sanitarios; aunado a ello para los casos con infección y en tratamiento en los que se logra una carga viral indetectable, se puede prevenir la transmisión del VIH por relaciones sexuales.

Se calcula que una tercera parte de las personas infectadas, aproximadamente 23 millones, es población laboralmente activa, la más productiva, de 15 a 49 años edad y, por ende, los estragos que puede ocasionar una enfermedad en las personas y sus familias repercuten en la reducción de los ingresos de las empresas por ausentismo laboral y servicios médicos, pero también por el estigma y rechazo, ocasionando desempleo.

De ahí que la Organización Internacional del Trabajo (OIT), reconociendo que el VIH/sida tiene gran impacto en la sociedad y las economías, en el mundo del trabajo tanto en el sector formal como en el informal, en los trabajadores, sus familias y las personas a su cargo, en las organizaciones de empleadores y de trabajadores y en las empresas públicas y privadas, haya emitido un “Repertorio de recomendaciones prácticas de la OIT sobre el VIH/sida y el mundo del trabajo” disponible en www.ilo.org.

En dicho documento los empresarios podrán encontrar orientaciones sobre políticas y programas relativos al VIH y el sida en espacios laborales; sobre seguridad y salud en el trabajo; normas y prácticas que impidan la propagación de la infección; programas dirigidos a informar, educar y capacitar a los trabajadores en materia de prevención, atención del VIH/sida, reducción de riesgos, confidencialidad y la no discriminación; planes de vigilancia epidemiológica; e incluso estudios que permitan determinar los efectos económicos del VIH/sida en el lugar de trabajo y establecer estrategias entre el sector público y privado para hacer frente al problema.

Por lo anterior y, como se menciona en las recomendaciones prácticas de la OIT “por ser el verdadero motor de la sociedad, el trabajo no puede permanecer ajeno a cuestiones de tanto impacto social” como el VIH/sida, de ahí la insistencia a industrias y empresas públicas y privadas a que conozcan y se reconozcan como agentes clave en la búsqueda del bienestar individual y colectivo para el desarrollo de nuestra sociedad.