Se vive a un ritmo tan acelerado que en muchas ocasiones no hay momentos para reflexionar sobre lo que cuesta mantener un estilo de vida asociado al consumo desmedido. Se tiene la idea de que sólo las personas con altos ingresos económicos son los principales causantes de esta situación, definitivamente esta idea, en parte, es errónea; la gran mayoría de la población contribuye en alguna medida, desde el que cambia de gadgets continuamente, a pesar de tenerlos en perfecto estado, hasta aquél que deja echar a perder la comida al fondo del refrigerador nada más por no repetir menú; esto sólo por hacer mención de un par de ejemplos. Atención, no hay que perder de vista que, por otro lado, mientras hay quienes se dan el lujo de despreciar recursos, otros ni siquiera tienen acceso a lo mínimo indispensable. El problema es más complejo de lo que aparenta.
Habrá que comenzar marcando la diferencia entre consumo y desperdicio, aun cuando la cultura del consumismo, entendida como la adquisición de bienes que rebasa las necesidades básicas de una persona, es el principal factor para derrochar recursos, es posible practicar una conducta más comprometida con el ahorro; las alternativas son el consumo responsable, la economía sostenible y las posturas ambientalistas, entre otras. Técnicamente el desperdicio va asociado al consumo desmedido, pero otras formas son posibles si se logran abatir tanto la ignorancia como la indiferencia sobre este fenómeno, es verdad que muchas veces no se tiene información suficiente a la mano, pero en definitiva eso no deberá ser una excusa, menos la de asumir una actitud insensible al respecto.
Para ilustrarlo con mayor claridad el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente advierte que a nivel mundial y en los últimos años se desecha cerca del 30% de los alimentos que se producen en el mundo, a este ritmo y aunado al resto de los ámbitos en que suele derrocharse, en menos de una década necesitaremos dos planetas, desafortunada o afortunadamente sólo tenemos uno.
Es verdad que el nivel de consumo en países desarrollados no se compara con aquellos otros que tienen pobreza extrema, también es cierto que a las grandes industrias les toca hacer su parte, es escandalosa la cantidad de recursos que se gastan en cualquier cadena de suministro, pero lo es más la cantidad de toneladas que terminan incineradas porque nadie las adquirió y vienen otras tendencias. Este llamado en particular es para mantener una actitud propositiva desde el metro cuadrado que a cada quien le corresponde, y no mantenerse ajeno esperando acciones en el otro.
Cinco puntos clave para contribuir (un poco) a erradicar la sociedad del desperdicio:
Es posible hacer la diferencia poco a poco; un primer paso es cambiar uno mismo, el segundo es el de motivar el cambio en los demás. Parece que estamos a tiempo, en realidad no, la fecha de alerta es el 2030 y no falta mucho.