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Start-ups al piso, lo que la pandemia dejó

Por: MMD. Christian Flores Pérez
Experto en dirección de ventas , marketing digital, consultor y speaker
www.linkedin.com/in/soycrismx/

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En un mundo sacudido por la pandemia mundial, las dinámicas económicas y empresariales se han visto afectadas de maneras inimaginables. En este escenario, las start-ups emergieron como posibles portadoras de esperanza y cambio, prometiendo innovación, agilidad y soluciones frescas para los problemas contemporáneos. Sin embargo, la realidad en México ha revelado una verdad más compleja: la creación y la destrucción de start-ups en medio de la incertidumbre, a menudo en ausencia de una regulación sólida, ha llevado a la proliferación de empresas sin certeza financiera ni ideológica genuina.

El surgimiento de una start-up se asemeja al brote de una planta en un campo recién arado. Con una semilla de idea y un equipo apasionado como nutrientes, estas empresas jóvenes aspiran a convertirse en titanes disruptivos en sus respectivas industrias. Sin embargo, la pandemia mundial introdujo un elemento de imprevisibilidad en este proceso. La incertidumbre económica y la fluctuación en los patrones de consumo han dejado a muchas start-ups en un estado de constante adaptación, erosionando sus cimientos financieros y debilitando sus perspectivas a largo plazo.

Un problema adicional que ha contribuido al panorama incierto de este modelo de negocio en México es la falta de regulación efectiva. Si bien la flexibilidad regulatoria puede ser beneficiosa para fomentar la innovación, en el contexto actual ha permitido la proliferación de empresas que se autodenominan “start-ups” sin una base sólida. Muchas de estas compañías carecen de una visión clara y sostenible, lo que las convierte en proyectos efímeros destinados a desvanecerse en la vorágine del mercado competitivo.

En México, el término start-up a menudo brilla con un aura de glamour y promesa de éxito rápido. Sin embargo, la realidad es que muchas de estas empresas carecen de un modelo de negocio viable, de estrategias de mercado sólidas y de una comprensión profunda de las necesidades del cliente. Como resultado, vemos que una gran cantidad de ellas luchan por sobrevivir en un entorno implacable, enfrentando dificultades financieras y falta de dirección.

La ausencia de supervisión por parte de las autoridades ha abierto la puerta a prácticas poco éticas, como la promoción exagerada y la falta de transparencia en la presentación de productos y servicios. Esto no sólo engaña a los inversores y consumidores, sino que también socava la credibilidad y confiabilidad del ecosistema emprendedor de IT (Information Technology)

 en su conjunto. La falta de estándares claros permite que empresas sin la infraestructura adecuada y la planificación mínima operen sin restricciones, lo que a menudo lleva a resultados negativos tanto para ellas como para sus clientes, empleados y proveedores.

En mi particular punto de vista, las start-ups van al piso y es resultado de una pandemia que dejó tanto incertidumbre económica como ideológica. No tengo cifras exactas, pero podría apostar que hoy en México existen cientos de “start-ups” patito que operan con cimientos vagos, escudándose en un excelente marketing e imagen de marca “definida” para ocultar desde malos manejos y esquemas fuera de la ley en temas contables hasta pésimos ambientes laborales que no cuentan con lo básico exigido por la legislación mexicana (LFT).

Este panorama de start-ups sin bases sólidas y sin genuina vocación disruptiva no sólo impacta a nivel empresarial, también tiene un alcance profundo en el mercado laboral. Los jóvenes talentos y las nuevas generaciones de profesionistas que aspiran a ser parte de un cambio positivo se ven atrapados en un círculo vicioso de promesas incumplidas y oportunidades fugaces. La proliferación de start-ups fraudulentas destruye la confianza en el ecosistema empresarial en su totalidad, desalentando a aquellos que podrían haber sido los motores de innovación y crecimiento económico.

¿Podrá cambiar esta situación? Tengo fe, creo y espero que sí, por el bien de nuestro país y las generaciones que están por venir, pero afortunada o desafortunadamente sólo el tiempo lo dirá.

"Las start-ups son como un salto al vacío con la esperanza de construir un avión en el camino hacia abajo". Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn.