Los estudios lo confirman: la visualización, esa práctica que popularizaron los atletas olímpicos desde hace décadas, tiene poder de cristalización. Es decir: lo que se visualiza, se intenciona y/o se reescribe, tiene poder real. Esto es clave también en el mundo de la estrategia.
La estrategia es un proceso que se vive predominantemente en el futuro. Tiene que ser visualizada, iterada y desdoblada desde la imaginación, considerando simultáneamente escenarios alternos y abstrayendo lecturas de cada uno de ellos.
La visualización es una visión exponenciada, donde se "vive" a base de sensaciones que se experimentan cuando se activan el enfoque y el realismo a base de imágenes interiorizadas.
Recuerdo hace años que me tocó darle consultoría a una firma que llevaba tres generaciones. Era en la industria ferretera y gozaban de una marca sólida; pero que cada vez venían a menos.
Era necesaria la renovación, pero tenían resistencia al cambio. El caso de negocios estaba hecho, los estudios y las tendencias estudiadas, y ya había un plan en la mesa. Pero faltaba la resolución y la luz verde. El patriarca, en la tercera edad, tenía la última palabra, pero era el más reacio. Estábamos atorados y yo no encontraba la forma de ayudarles.
Un día, me lo topé en una mesa solo, tomando un café. Pedí chance de sentarme y le dije: Don Perengano: "con todo lo que sabe de esta industria y de su negocio, si volviera a empezar y tuviera todo el tiempo y el dinero, ¿qué haría con el negocio para llevarlo exitosamente a la cuarta generación?".
Silencio. Le da un sorbo de café, cierra los ojos e intercala los dedos de sus manos y las lleva a su cara, entre dormido y meditando, como si yo me le hubiera desvanecido. Pasaron dos largos minutos. Abre los ojos, me mira y directo, con frescura, me dice: haría "X, Z, W".
Me levanto. Era su momento. Al retirarme le digo "X, Z, W... si quiere que su negocio llegue a la siguiente generación, ahí está su plan estratégico para los siguientes tres años".
Ahí estuvo. Una pausa y un recorrido mental concienzudo. No supe qué pensó, en quién pensó, qué fue lo que le hizo clic, pero este fue el momento decisivo.
La visualización no sólo tiene el potencial de mejorar la toma de decisiones, sino que múltiples estudios (Joseph Reiff, Universidad de Wisconsin, Emily Pronin, Universidad de Princeton, Hal Hershfield, UCLA) aseguran que el grado de vinculación y afecto que la persona tenga con el futuro, impacta de manera contundente a la conducta actual y a la probabilidad de éxito.
Un ejemplo sencillo. Imagínate que te pidan que describas una escena cotidiana, por ejemplo, hacer el café, pero visualizándote ya en tu vejez. Hay dos tipos de descripciones, o lo haces en primera persona: "yo muelo el café, lentamente voy a la despensa, etc.", o lo haces en tercera persona mi versión vieja de mí: "(él o ella) muele el café, lentamente va a la despensa.".
La forma en que lo describes cuenta. En un estudio longitudinal, se comprobó que las personas que se sentían más conectadas con su "yo futuro" (primera persona), que se veían convirtiéndose en viejos y apropiándose del proceso, resultaban más exitosos en acumular dinero o activos, que los que se sentían desasociados de su yo futuro.
La lógica parece apuntar a que las personas vinculadas en su vejez instintivamente la protegían y la preparaban. Las personas desvinculadas no tenían esa consideración.
En síntesis. El imaginar trayectorias y temporalmente "vivirlas", en seria consideración, como reales, son una forma más de ejercitar la estrategización de un negocio o, para el caso, de una vida.
Quizá falte poco para que la inteligencia artificial catapulte estos procesos: empoderados en algoritmos cargados de data se podrán simular escenarios completos, con realidad virtual aumentada y con imágenes inteligentes en movimiento, que podrán apreciarse como películas completas, donde se aprecie visualmente la ejecución de escenarios y de la secuencia estratégica desdoblada.
Esto tiene una infinidad de aplicaciones tanto en el plano personal o de negocios.