¿Alguna vez volveremos a abrazarnos unos a otros?¿A soltar la carcajada libre ante el chiste del compañero?
La situación que hoy vivimos nos ha hecho descubrir realidades que antes ignorábamos por completo. Cada vez que compartíamos con los compañeros, cada vez que hablábamos largos ratos a corta distancia, nos estrechábamos la mano o nos saludábamos de beso... estábamos compartiendo infinidad de células unos con otros.
Comprendimos de nuevo que cuando nos miramos de cerca, compartimos olores y humores somos más seres humanos, más hombres y mujeres auténticos y que eso nos hacía felices…
Pero ahora todo ha cambiado. La mayoría hemos tenido que recluirnos durante semanas temerosos de estar cerca del otro, al menos de aquel que no forme parte de nuestro estricto círculo familiar o laboral cercano.
Adaptarse, la respuesta
La emergencia sanitaria ha detenido la actividad en diversos sectores alrededor del mundo. A pesar de los esfuerzos de la mayoría de los gobiernos e instituciones, se prevé que esta sea la más grande crisis económica y financiera después de la gran depresión que comenzó en 1929.
El descenso en el producto interno bruto de las grandes economías fluctúa entre 8 y 10 % y, de acuerdo con una encuesta realizada por el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, hasta mayo pasado, sólo en nuestro país 8 millones de personas reportaron haber pedido su empleo.
Para los individuos y las organizaciones la disyuntiva es clara: cada quien tiene frente a sí la opción de mirar estos datos como la peor catástrofe de su historia o hacer acopio de resiliencia y enfrentar la situación como un reto a vencer, una oportunidad para salir adelante dando lo mejor de sí mismos y adaptándose al cambio.
La nueva “selección natural”
Las personas y las organizaciones resilientes saben que muchas cosas no volverán a ser como antes pero demuestran coraje, animosidad y el amor asimismo para abrirse paso en época de reconvertirse.
Algunos expertos han indicado que la crisis está funcionando también como un catalizador, como un acelerador de los procesos que ya veníamos transitando.
Se aceleró transformación de negocios que tendrán cabida en esta “nueva normalidad”. Por ejemplo, la digitalización del comercio eran un proceso que ya estábamos viviendo y que súbitamente se aceleró. Las organizaciones y las personas que no lo estaban encarando bien son las que hoy están sufriendo más y quizá definitivamente desaparecerán.
Los líderes de los Mejores Lugares para Trabajar® comparten algunas de sus prácticas y acciones que los han llevado a mantener la tranquilidad y salud de sus colaboradores y la estabilidad de sus negocios.
Una huella emocional para cada caso
Para cada persona la percepción post pandemia será distinta, habrá quienes desafortunadamente habrán visto de cerca la enfermedad con temor y el alivio de volver a las actividades regulares quizá aun con resentimientos de lo que vivieron.
Para otros, solamente una estadística que quizá se haya verificado en la casa de enfrente. Pero para unos más, los que vivieron decesos cercanos de familiares, amigos o compañeros de trabajo, la pandemia representará el recuerdo triste de quien ya no está.
El destino ha colocado a la humanidad ante la tesitura de aprender a ser mejores personas, mejores organizaciones, mejores sociedades y mejores países. Y esto marcará la diferencia para que una vez terminada la pandemia volvamos a hacer las cosas tal como las hacíamos antes o, por el contrario, seamos capaces de reconvertirnos en una mejor versión de nosotros mismos.
Visión restauradora
Muchas de las organizaciones que centran su atención en la persona, han buscado un modelo que las encauce y hoy se encuentran agrupadas en las listas de certificación y reconocimiento de Great Place to Work®.
En los recientes seminarios en línea Master Webinar Series organizados por Great Place to Work® (disponibles en forma gratuita para todos en www.greatplacetowork.com) los invitados, CEOs y líderes de Capital Humano, han compartido sus mejores prácticas centradas en el desarrollo de la confianza; la colaboración para enfrentar los retos; el logro de calidad y balance de vida; la vivencia del orgullo por el trabajo propio y del equipo; el sentido de compañerismo y la cercanía.
Todas estas herramientas y otras podrán aportar para restaurar la confianza emocional en la vuelta a las oficinas. Estar cerca, apoyarse mutuamente y encontrar una nueva forma de ser y estar en una organización.