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¡Todos están contra mí!, venciendo el síndrome de la rana hervida

Por: Mariana Monserrat Ramos Turrubiartes
Auditora interna del SGC ISO 9001; emprendedora y jefa del departamento de idiomas de la Normal del Estado de SLP
marianart08@gmail.com

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La vida se define por lo que hacemos y lo que dejamos de hacer; y la realidad es que somos seres que vivimos rodeados de personas y circunstancias a las que, por supervivencia, nos adaptamos. La adaptación –en porciones mayores y de manera consciente o inconsciente– ante situaciones, personas o relaciones que no son tan favorables e incluso dañinas puede generar este síndrome de la rana hervida.

Para entender un poco mejor el concepto complementaré este artículo con una breve descripción de esta analogía (que se puso a prueba de manera experimental para comprobarla): si una rana es arrojada en una olla de agua hirviendo su reacción es saltar; su instinto es salvarse. Si esa misma rana es colocada en una olla de agua fría y se procede a calentarla gradualmente, la rana se va acostumbrando. Es tan sutil el desgaste que sus mecanismos de alarma y defensa se van debilitando. El agotamiento progresivo y la pérdida de conciencia van llevándola hacia su propia muerte, perdiendo capacidad de reacción.

Si pudiéramos ejemplificar este síndrome en la sociedad en general, podríamos resaltar la problemática del cambio climático y nuestra adaptación a inconscientemente no sentir ningún tipo de alerta ante las altas temperaturas, la falta de lluvia e incluso el preparar nuestra ropa del día a día sabiendo que en cualquier momento podría hacer calor, frío o llover y minimizar estas reacciones del sistema. Otro ejemplo es la adicción o el uso excesivo de las nuevas tecnologías en los niños, estas acciones tan normalizadas son aquellas que hacen que las organizaciones o las sociedades enteras pueden decaer lentamente con el tiempo sin que se den cuenta.

Ahora que entendemos el contexto de la rana, analicemos aquello que podría ser contextualizado a lo que somos sin importar el entorno (laboral, social, personal, político) que nos haga “permanecer en la olla” de acciones que desfavorecen de alguna manera nuestro bienestar mental, emocional o físico. Para salir de la olla antes de que la temperatura sea lo suficientemente alta debemos ser capaces de evitar acciones como minimizar los problemas, resignarse ante las inconformidades, la falta de autoconocimiento, la dependencia e incluso sentir esperanza sin fundamentos.

Este síndrome puede afectar a una empresa cuando la comodidad del entorno no permite identificar ese “punto ciego” en donde todo sigue evolucionando y se deben hacer cambios para crecer ante los retos actuales.

A continuación, se presentan algunas maneras de dar fin a un ciclo de estar “en la olla” mientras gradualmente el agua va calentándose:  adquirir confianza en las propias percepciones, tener asertividad, validación emocional, contar con herramientas de detección e introspección (registro interno), trabajar con una mirada realista (saber captar indicios de malestar) y aprender a distinguir cuándo es necesario adaptarse y cuándo no, e incluso contar con personas de confianza en tu entorno también puede abrir una red de apoyo que evite que continuemos en lugares que no sumen a nuestras metas y objetivos.

Finalmente, es fundamental pasar a la acción para impulsar cambios. Desde pequeñas acciones individuales hasta iniciativas en conjunto, cada esfuerzo cuenta en la lucha contra el síndrome de la rana hervida en donde la suma de los esfuerzos permitirá que tengamos un ambiente más saludable y apegado a nuestros valores.