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Atorados

Por: MBA. Horacio Marchand Flores
Fundador de Hipermarketing.com, el portal más grande de mercadotecnia en Iberoamérica
@HoracioMarchand

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Lo mismo lleva a lo de siempre, o lo de siempre lleva a lo mismo. Y es que no tenemos hábitos, los hábitos nos tienen a nosotros. Nos tienen tomados y en secreto, por eso replicamos como autómatas nuestras acciones y nuestro pensamiento.

Predominan aquellos pensamientos y conductas que nos contienen, sobre aquellos que nos empujan al cambio. Es como estar encapsulados en una constelación psíquica que nos atrapa en el ensimismamiento.

Romper esta cápsula genera dolor o por lo menos una dramática salida de la zona de confort. El ego se defiende y busca regresar.

Algunas reflexiones:

La organización nos maneja a nosotros y no al revés. La inercia es tan grande que nos encontramos con que no podemos hacerla cambiar, no podemos crecer ventas, no podemos reducir gastos.

Creemos que el negocio depende de nosotros, cuando hay negocios tan buenos que sobreviven y crecen a pesar de nosotros mismos.

Nuestras decisiones son relativas: el impacto depende de una compleja amalgama de variables que en ocasiones hace irrelevantes a las decisiones tomadas.

Negamos la existencia de la suerte. Es solo cuando fracasamos que buscamos explicarlo con la mala suerte y las circunstancias.

Creemos que la eficiencia operativa es suficiente; como si el desempeño fuera absoluto y la empresa no se viera afectada por las acciones de otras compañías.

Nos asumimos racionales y esto nos hace sumamente irracionales. Abunda la evidencia de los sesgos que se involucran en la toma de decisiones y del auto-engaño. Nos auto-repetimos al tiempo que creemos que estamos innovando.

Adicionalmente, en la empresa existen algunas energías que nos entrampan:

  1. La infraestructura. Lo que está instalado produce lo que produce. El pasado determina el presente y el futuro no puede cambiarse rápido. Fascinante que los directivos en turno disfrutan o padecen de las inversiones que otros hicieron en el pasado.
  2. La cultura organizacional le da estabilidad a la empresa pero también la atrapa. Los valores y costumbres se convierten en reglas tácitas que todo mundo obedece sin pensarlo.
  3. La burocracia. Todas las organizaciones requieren de una burocracia que las sostenga, pero una burocracia tiene como primer mandato el de sobrevivencia y no admite riesgos; por eso las burocracias nunca innovan.
  4. Las verdades psíquicas. Una verdad psíquica es el constructo de una complejidad que se formó y se instaló en la psique. Por ejemplo, un ejecutivo que afirma que tener bodegas en otras geografías incrementa gastos y de ahí nadie lo mueve. Esta hipótesis introyectada (adoptada por el 'yo' sin cuestionamientos) determina el despliegue de sus decisiones.

Naturalmente que un almacén centralizado es más eficiente en costos pero no necesariamente más efectivo, ya que se puede perder flexibilidad, velocidad en el servicio y participación de mercado.

  1. El Sistema activo. El conjunto de todo lo anterior sumado a la forma en que se interactúa con otros jugadores del sistema (proveedores, competidores, clientes, servicios y sustitutos), forma un mega-sistema complejo que espontáneamente tiende hacia la auto-gestión.

El punto es que la complejidad de los diversos ecosistemas de negocio interactuando, genera combinaciones de variables y grados de influencia difíciles de aislar.

Entonces cuando se pretende innovar, lo que acaba ocurriendo es que la inercia se impone y la organización gravita eventualmente hacia lo usual. El remedio para cualquier nuevo problema, bloqueo o acción que incomode al statu quo, es regresar al pasado: mejor el mismo problema de siempre.

La paradoja está en que una innovación siempre generará problemas nuevos, además de que tiene el potencial de cambiar el rol político de los involucrados. De ahí que se haga una especie de complot inconsciente para sabotear (frecuentemente con éxito) a lo nuevo.