
Inevitablemente se llega al punto en el que te escuchas decir: ¡estos jóvenes de hoy!, y quizá nadie pensó que sería tan pronto, pero sí, ya sucede. Un día tú eres parte de esa juventud irreverente, rebelde, que todo lo puede (o eso piensa al menos) y al siguiente (sin exagerar) ya no. Es duro, sí, pero más que hablar de la nostalgia de los veinte(s) y de lo rápido que sucede todo cuando los dejas atrás, este espacio quiero usarlo para reflexionar sobre los cambios que hay en esas generaciones de “nuevos jóvenes” y como la convivencia con ellos ha tenido impactos políticos y sociales.
No es nuevo el hecho de que hay países cuya población envejece y no parece estar habiendo una sustitución generacional, en México, si bien la proporción de jóvenes ha disminuido con respecto de los últimos 30 años, es innegable que aún somos un país predominantemente joven al igual que Estados Unidos y eso tiene implicación en todos los ámbitos si consideramos que esa población ya tiene o está próxima a tener participación legal en asuntos de gran relevancia política y social.
En una serie de encuestas en Estados Unidos, y en al menos un libro reciente, se exponen las diferencias en cuanto a ideología política de las nuevas generaciones considerando su sexo también. Se ha concluido, de manera preliminar, que las mujeres de entre 20 y 29 años tienden a posturas más de izquierda, a tener en cuenta los discursos sobre sociedad igualitaria, derechos humanos, feminismo y progreso económico menos tradicional.
Por otro lado, los hombres en los mismos rangos de edad se han pronunciado por posturas más conservadoras, de centro o, incluso, de derecha. Es decir, los hombres de esa generación buscan los roles más tradicionales de proveedores y de corte meritocrático.
Estos resultados son importantes para Estados Unidos debido a que estos jóvenes constituyen las próximas bases de la pirámide social, es decir, son quienes irán moldeando las estructuras en los próximos años. Si se considera tal tensión, se auguran fricciones, lentitud en cuanto al desarrollo o bien riesgos de opresión hacia el otro grupo si no se encausan y toleran estas diferencias.
Además de las variaciones en la ideología, también ha habido cambios en el comportamiento político, el grueso de los jóvenes (también en México) no se siente atraído por el sistema político tradicional y quienes buscan participar, lo hacen de maneras alternativas, a través de organizaciones civiles o colocando causas en redes sociales. Algunos expertos han sugerido que es tiempo de cambiar la forma en la que se incorporan los jóvenes y la manera en la que operan, por ejemplo, los sistemas electorales, ya que cada vez es menos probable que haya participación presencial y masiva de estos grupos.
En ámbitos sociales y económicos es importante considerar estas brechas, ya que, si bien los millennials somos una especie de generación “bisagra” que mantiene algunos hábitos de respuesta más acoplados a los sistemas económicos actuales (como el “ponerse la camiseta”), también somos la que promueve la salud mental y el autocuidado; sin embargo, la generación Z lleva estas últimas características a puntos en los que son capaces de dejar un trabajo a días de haber sido contratados debido a que sienten riesgos de amenaza a sus esquemas personales.
Esa es la fuerza de trabajo y la base social que hoy forja el futuro de nuestro mundo, nosotros y el resto de las generaciones más viejas, vivimos momentos de cambio y adaptación, sin duda, esto requiere más de un esfuerzo de nosotros que de ellos porque, si llevamos tantos años quejándonos, señalando las áreas de oportunidad y todo lo que “se debería cambiar”, ¿no sería lógico, al menos, permitir que estas generaciones, que están en contra de lo que señalamos, lo cambien?
Cambiar siempre es incómodo, y no sabemos si será para “bien” o no, pero quizá toda esa incomodidad que ellos y nosotros podemos sentir e identificar sea necesaria para lograr sociedades transformadas y cambios estructurales, no adaptar a los individuos al sistema, sino dejar que lo modifiquen de manera colectiva, con todo y sus tensiones.