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Cambiar

Por: MBA. Horacio Marchand Flores
Fundador de Hipermarketing.com, el portal más grande de mercadotecnia en Iberoamérica
@HoracioMarchand

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¿Cómo pedirle a una empresa que cambie su configuración y sus estructuras si va acelerada persiguiendo un objetivo de utilidad de corto plazo? ¿Cómo pedirle a una persona que cambie si, mal que bien, ya logró adaptarse a un sistema de vida que le permite cumplir con sus obligaciones básicas?

Sin embargo, todos los negocios, así como las personas, están forzados al cambio porque llegan eventualmente a su punto de inflexión donde, si se renuevan, crearán una siguiente ola de crecimiento, o si no cambian, irán directo a la erosión y la extinción.

Respecto a la persona, cambiar tiene una condición implícita que requiere admitir errores, obsolescencia, desaciertos o insuficiencias. Infelizmente, esto es sumamente difícil para algunos directivos y dueños de negocio.

La humildad no suele acompañar al éxito. La paradoja es que entre más inteligentes y preparados sean los líderes, más sofisticadas serán sus defensas, sesgos y resistencias.

No es fácil enfrentarse con alguien astuto porque saca argumentos contundentes, retuerce la realidad y utiliza un vocabulario intimidante. Y cuando ya nada le funciona, el líder cerrado opta por gritar y/o utilizar su jerarquía para descontar con fuerza cualquier señalamiento.

Y ante su ceguera personal, los líderes buscan un chivo expiatorio para culparlo y sacrificarlo. Proyectan su propia sombra hacia otro y lo linchan con la falsa creencia de arreglar el problema.

Esto ocurre en todos los ámbitos: un hombre golpea a su mujer y le dice "te golpeo por tu culpa"; quiebra un negocio y dice "es que la situación está muy mal"; toma una mala decisión y dice "me presentaron la información equivocada"; quiebra un país y dice "fueron los enemigos de la Nación"; e incluso me ha tocado presenciar a un dueño de negocio que de plano culpó a sus clientes por la precaria situación de sus ventas.

El éxito y el fracaso no existen; ambos son cuestiones de tiempo. En cualquier trayectoria que sea lo suficientemente larga, será posible apreciar que después del éxito sigue el fracaso y viceversa, si el organismo no muere. Y si muere, se disipan la energía y los insumos y se reasignan los recursos restantes hacia una nueva entidad.

La vigencia y la relevancia de una entidad son cosas que ocurren en un momento dado ante un eco-sistema determinado pero que no es sostenible, porque cambia y se transforma. Adaptación es el nombre del juego.

Lo anterior obedece a que cada etapa del negocio requiere de habilidades y marcos mentales diferentes pero los líderes siguen siendo los mismos (no solamente los mismos directivos sino que siguen siendo la misma persona); se requiere flexibilidad pero los procesos están anclados en un sistema inconsciente, difícil de desmenuzar y de apreciar; se requiere de eficacia (hacer las cosas correctas) pero se obsesiona alrededor de la eficiencia (hacer las cosas bien).

Extrapolando este principio, las potencias mundiales a través de la historia revelan expansión y riqueza por un tiempo, y luego contracción y pobreza de varios tipos. No hay potencia que perdure, todos son momentos históricos.

La historia de compañías líderes es similar; caen en crisis o desaparecen, por ejemplo Blackberry, Motorola, Sears y en algún tiempo futuro: Apple y Google.

El cambio y los ciclos son necesarios; son principios naturales y hasta el Cosmos se origina del Caos.

En el camino hay que sostener la tensión de vivir y florecer entre las fuerzas del pasado y el futuro, entre lo adaptado y lo que está por adaptarse, entre lo predecible y lo incierto.

Una empresa que no abraza abiertamente al cambio es una empresa cerrada y, como todos los sistemas cerrados, inevitablemente caerá en entropía hasta desmoronarse.