Sin menospreciar a otros grandes de la pantalla como Scorsese o Wes Anderson, entre muchos más, Christopher Nolan es de esos cineastas (o tal vez EL CINEASTA) que conjuga historias originales, excelente dirección, un gran elenco y lo favorito de cualquier casa productora: una gran recaudación en taquilla (está bien, aquí dejaremos fuera a Tenet, pero fue una víctima temprana de la pandemia).
Nacido en julio de 1970 en Londres, Inglaterra, y criado en aquel país, Nolan es hijo de padre británico y madre norteamericana. Al igual que muchos de sus pares mostró interés en relatar historias a través de la lente de una cámara de cine –8 mm– desde una edad muy temprana. Después de algunos cortometrajes en la universidad surgió su ópera prima: Following, en 1998. A esta cinta le siguió la que podríamos bien llamar su primera gran película: Memento (2000). En ese instante por la puerta llegó la oportunidad con la que muchos sueñan. Un director virtualmente desconocido dirigiendo a actores de la talla de Al Pacino y Robin Williams en Insomnia, de 2002. Con un presupuesto de 46 millones de dólares, esta cinta superó los 110 millones de dólares alrededor del mundo y puso al protagonista de este artículo en la mira para lo que sería su consagración ante la crítica, las masas y los estudios en Hollywood.
¿Quién le teme al murciélago?...
Después de algunas negociaciones se inició la producción de Batman Begins, en 2003, la película que siendo honestos puso a Nolan en el radar de todo el mundo al trabajar al personaje de DC bajo un tono más realista y oscuro. Esta realización también marca el inicio de su trabajo con su propia casa productora Syncopy Inc. en coproducción con Legendary Pictures y DC Entertainment. La buena recepción tanto en taquilla como por la crítica especializada de la nueva entrega del caballero de la noche en el 2005 abrió las puertas para que nuestro héroe (Nolan, no Batman) tuviera una suerte de cheque en blanco para realizar los proyectos que le resultaran más atractivos, dándose el lujo, como casi siempre, de ser el director, escritor y guionista de sus películas, algo que, sin duda, ha probado ser la receta ganadora. Películas como The Prestige (2006) o Inception (2010) son pruebas irrefutables de eso.
Tras el cierre de lo que hoy se conoce como “La Trilogía del Caballero de la Noche”, que generó más de dos billones de dólares a nivel global, el cheque en blanco se convirtió en algo más real. Con Warner Bros. deseoso de convertir sus propiedades en lo que Marvel ya tenía con Iron Man y compañía, lo natural fue voltear a ver a su caballo ganador, desafortunadamente este ya tenía otros planes y la estafeta le fue pasada a otro director para manejar el futuro de sus activos y Nolan pasó a fungir sólo como productor en los proyectos de dicha compañía.
El camino estaba despejado para llevar a cabo los sueños que Nolan deseaba realizar. Cintas como Interstellar, Dunkirk y Tenet ahora tenían vida segura, pues no había secuelas que ataran a este director a seguir trabajando en ellas. Interstellar fue un éxito, pues con un presupuesto de 165 millones de dólares logró recaudar más de 600 millones de USD; le siguió Dunkirk en 2017 que reunió la suma no tan halagüeña de 527 millones de USD, pero considerando que su presupuesto fue de 100 millones no estuvo tan mal. Fue Tenet el primer gran descalabro que vivió Nolan. Estrenada en medio de la pandemia de 2020 y con la mayoría de los cines cerrados o bajo fuertes medidas sanitarias, no consiguió lo necesario para ser vista como un éxito en las salas de cine, algo de lo que tomaron nota los estudios, incluido Warner Bros. que decidió lanzar sus siguientes estrenos en streaming, algo con lo que Nolan estuvo en contra declarando “algunos de nuestros más grandes cineastas y más importantes estrellas de cine se fueron a la cama la noche anterior pensando que estaban trabajando para el mejor estudio de cine. Cuando despertaron, se encontraron con que estaban trabajando para el peor servicio de streaming”.
En 2023 se estrenó Oppenheimer que ha llegado casi al billón de dólares, cantidad récord para una cinta que no es de superhéroes o fantasía. Una vez más el director que se empeñó en recrear una explosión nuclear casi sin ayuda de computadoras y que en la mayoría de sus películas opta por efectos prácticos antes de CGI nos recuerda que en el cine siempre estará primero una gran historia, un excelente guion, una magistral ejecución y cuando todo eso se conjugue, la gente llenará las salas de cine. Así como en la película Field of Dreams de 1989: “if you build it, he (they) will come…”.