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ECONOMÍA

¿Cómo crecer?

Por: Sergio Sarmiento
Lienciado en Filosofía, por la Universidad York, de Toronto; titular de programas de radio y televisión. Premio Antena por la CIRT
@SergioSarmiento

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"El crecimiento nunca ocurre por casualidad. Es el resultado de fuerzas que operan juntas".

James Cash Penney

Nos estamos acostumbrando a que los pronósticos oficiales sobre el crecimiento nunca se cumplen. En los Criterios Económicos para 2016 Hacienda estimaba que la economía nacional tendría una expansión de entre 2.6 y 3.6 por ciento. Las previsiones, sin embargo, han tenido que ajustarse a la baja, como todos los años de este sexenio. En su "Outlook" del 4 de octubre el Fondo Monetario Internacional ofrecía ya una proyección de sólo 2.1 por ciento para 2016.

Esta falta de un crecimiento sólido no es un fracaso de las reformas estructurales. La laboral buscaba facilitar la creación de empleos formales y lo ha hecho: el número de empleos registrados en el IMSS está creciendo más rápido que la economía. La financiera pretendía aumentar el crédito al sector privado y éste ha aumentado también a un ritmo superior al de la economía. La de telecomunicaciones intentaba incrementar la competencia en un ramo con fuertes concentraciones y eso ha ocurrido. La energética buscaba generar inversiones privadas en electricidad, petróleo y gasolina y esto está sucediendo. Incluso el alza de impuestos de 2014, que se presentó como una reforma fiscal, pretendía aumentar la recaudación tributaria y lo ha logrado, muy por arriba del crecimiento económico.

Los problemas de la economía nacional, sin embargo, no pueden resolverse con unas cuantas reformas puntuales. Por eso la tasa de crecimiento se mantiene en un decepcionante 2 por ciento anual.

El 2 por ciento, no obstante, es un promedio. Los estados y regiones del país crecen a ritmos muy diferentes. En el primer trimestre de 2016, por ejemplo, Aguascalientes se expandió 5.2 por ciento anual y Nuevo León 5.3 por ciento; en cambio Campeche tuvo una contracción de 6.9 por ciento y Nayarit una de 1.5 por ciento. Los estados con economías vinculadas a la exportación se han beneficiado del Tratado de Libre Comercio y tienen tasas de crecimiento importantes. Los que dependen de la producción petrolera o mantienen economías primitivas atadas al autoconsumo agrícola y a los subsidios gubernamentales languidecen.

El gobierno quiere crear zonas económicas especiales en Puerto Lázaro Cárdenas (Michoacán y Guerrero), el corredor interoceánico de Tehuantepec (de Coatzacoalcos, Veracruz, a Salina Cruz, Oaxaca), Puerto Chiapas y el corredor Campeche-Tabasco. No está descubriendo el hilo negro. Ha entendido que si cobra menos impuestos y reduce los trámites burocráticos permitirá una mayor inversión y actividad económica. Pero en lugar de hacerlo en todo el país, lo cual sería una reforma estructural realmente de fondo, lo hace nada más en cuatro puntos.

Las reformas estructurales que se han hecho son necesarias. Las trataron de hacer tres gobiernos anteriores. No son suficientes, sin embargo, para romper el círculo vicioso. La clave para lograr un despegue definitivo lo está dando el gobierno en las zonas económicas especiales. Bajar impuestos y simplificar requisitos burocráticos es la manera de promover inversión y crecimiento. Pero esto no lo lograremos si la reforma se limita a cuatro lugares del país.

Si el gobierno realmente quiere generar un mayor crecimiento tiene que aplicar la fórmula de bajar impuestos y trámites burocráticos, pero no en cuatro zonas sino en todo el país. El problema es que los políticos se interesan menos en promover la prosperidad que en asegurar el poder y el dinero que viene de los impuestos y los trámites.

Sin repatriación

No sólo en México los altos impuestos y la burocracia impiden el crecimiento. Las empresas estadounidenses mantienen 2.5 billones (millones de millones) de dólares en efectivo fuera del país por el alto costo fiscal de repatriarlo. Una reducción del impuesto corporativo generaría una fuerte oleada de inversión.