Como cualquier cosa que se percibe por los sentidos, el color es complicado de describir: es imposible definir un rojo, un amarillo o un verde sin caer inevitablemente en las comparaciones. El tema del color se ha abordado desde la lingüística, la química, la física, las neurociencias, la psicología o la semiótica, por mencionar algunas de las disciplinas que han mostrado interés en el tema. Ahora sabemos, gracias a Isaac Newton, que la luz se puede descomponer en siete colores que forman ese espectro. Sin embargo, el primero en aventurarse con una teoría del color fue Aristóteles, quien afirmaba que todos los colores se formaban por la mezcla de cuatro elementos básicos: la tierra, el agua, el fuego y el cielo.
Hacia el siglo XVI, Leonardo Da Vinci definió el color como una característica inherente a la materia y siguiendo los principios aristotélicos propuso que el blanco era el principal, ya que podía recibir a todos los colores. Así, el amarillo se asoció con la tierra, el verde para el agua, el azul para el cielo y el rojo para el fuego. El negro representaba la oscuridad. La obtención de los pigmentos es otra historia, se utilizan plantas, animales y minerales que sufrían ciertos procesos para su obtención. Así, tenemos el índigo, que se consigue de la planta Indigofera tinctoria; el amarillo indio, que se obtenía de la orina de las vacas a las que se les alimentaba con hojas de mango, o el Carmín, pigmento rojo que se extrae de la cochinilla. A pesar de que sólo existen tres colores básicos, las grandes gamas que conocemos hoy en día generaron un sinnúmero de nombres genéricos para los colores: cian, magenta, amarillo, púrpura, morado, lila, violeta, lavanda, borgoña, ocre y un largo etcétera.
En México decimos verde bandera o verde perico, azul clarito, amarillo pollo o bugambilia. El problema del color es saber nombrarlo. A inicios de los años 60 surge el más famoso instituto del color: Pantone (PMS). Lawrence Herbert, su fundador, era un impresor que tenía problemas para unificar los tonos que sus clientes le pedían por lo que creó un sistema de color universal utilizando un código numérico. Y a todos les encantó. Hoy Pantone tiene un verdadero emporio con su marca y podemos encontrar guías para la impresión y los aparatos digitales. Además, esta marca se ha sabido posicionar en el gusto del público, ya que, al sacar productos relacionados, todo mundo quiere un artículo de Pantone. Las ventajas del uso de las guías de color están relacionadas con el mundo del branding o marcas de identidad; usted puede tener a su disposición todas las gamas de colores posibles de forma ordenada y con sus respectivas “recetas” para elaborar el color deseado, incluyendo colores fosforescentes o metálicos. Además, el diseñador puede elegir la clase de superficie y cómo se comportará la tinta sobre un papel acabado mate o brillante e incluso las grandes corporaciones pueden mandar hacer su “color de identidad exclusivo” para su marca.
Respecto a la psicología del color, existen defensores y detractores. Por un lado, se dice que los colores alimentan emociones que pueden ser positivas o negativas o son capaces de inducirnos a tener hambre o sueño. El ejemplo más claro es el que se refiere al color naranja, el cual provoca hambre, por lo que una gran cantidad de cadenas de restaurantes decoran sus interiores con este color, sin que nunca se hubiera comprobado la veracidad de esta afirmación.
El color realmente tiene que ver con el significado que le otorga una cultura: en México las novias van a casarse vestidas de blanco mientras que en Japón el tono ideal para contraer matrimonio es el rojo. A los colores también se les otorgan características asociadas a las personalidades como el gris para la melancolía, el rojo para la pasión o el negro para la elegancia o el luto. Cada color posee un significado asociado como el blanco para la pureza, el amarillo para la abundancia o la luz, o el azul, que representa la frescura o la tranquilidad. Además, la mercadotecnia recurre continuamente al manejo de las emociones a través del color y es uno de los recursos primordiales para incrementar las ventas de un producto.
Finalmente, no existe un color feo o bonito, simplemente debemos aprender cuál es su intención utilitaria y las formas de combinarlo de manera armónica.