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ARTE Y CULTURA

¿Inclusión forzada o pobreza creativa?

Por: MDG. Erwin Salas
Director de arte y coordinador editorial en Stratega Business Magazine.
erwin@strategamagazine.com

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“Tomar a personajes blancos en cine y volverlos negros… es una tontería. ¿Qué acaso no podemos crear nada por nosotros mismos? ¿No podemos crear personajes grandiosos nacidos negros? Volver negros a personajes blancos siempre significará que en su origen fueron blancos. En el fondo siempre serán blancos. Eso nunca resolverá nada”. Son algunos de los argumentos que Nnedi Okorafor, reconocida escritora de origen nigeriano y premio mundial de fantasía a la mejor novela, comparte sobre la reciente polémica a la llamada inclusión forzada que vemos en el séptimo arte.

El caso más reciente es el del live action de La Sirenita, en el que la elección de la protagonista causó el descontento del público, ya que se optó por seleccionar a una actriz de raza negra para dar vida a Ariel, que en su origen animado de 1989 es blanca, ojizarca y pelirroja, siendo estas sus características dentro del imaginario popular, ocasionado que su teaser rompiera récord de dislikes en YouTube y con acusaciones a Disney argumentando que dicho cambio sólo lo hace por intereses políticos y no por de verdad tomar en cuenta las diferentes etnias que existen en el mundo, polarizando las opiniones de la gente, en las que los defensores no se cansaron de tachar de racistas a los detractores por sólo fijarse en el color de piel y no en los dotes histriónicos de Halle Bailey, la elegida para dicho papel, cuando al final el trasfondo es más complejo.

Dejando a un lado el talento de Bailey, el cual no se pone en duda, más allá de un tema racista, la mayoría cuestiona el respeto, apego y, por qué no, nostalgia al material original de cada autor, que si bien la cinta animada de Ron Clements y John Musker es una adaptación para Disney, la fábula está basada en el cuento de 1837 del poeta danés Hans Christian Andersen, historia que forma parte de la cultura y mitología europea, ya que así como en México tenemos cuentos y mitos aztecas, en otros países tiene los propios con las características culturales y sociales de cada región, y obviamente en las historias mexicas los personajes son morenos y en las historias nórdicas blancos y rubios, no por un tema de racismo, o falta de “inclusión”, sino que era lo conocido en cada lugar y época vivida y que, por equis situación, fueron las del viejo continente las que llegaron a popularizarse mayormente en el mundo del cine, teatro y demás… y sí, claro que se pueden adecuar y adaptar a los tiempos modernos, sin embargo, habría que pensar si las grandes productoras lo hacen realmente por un interés genuino en visibilizar la diversidad o por beneficio propio al forzarlo injustificadamente, tal es el caso de la próxima The Little Mermaid, que debido a las reacciones poco favorables y temiendo las pérdidas monetarias que conllevarían, Disney tuvo que publicitarla recurriendo al chantaje emocional, utilizando y aprovechándose nuevamente del color de piel para lograrlo, ocasionando más su rechazo y perjudicando a la actriz, que ninguna culpa tiene de todo el odio manifestado en redes sociales, siendo que al final la gente lo único que pide es ver a sus personajes favoritos tal cual los recuerda desde su origen y nostalgia.

Visto el ejemplo podemos decir que la “inclusión forzada” es la modificación de ciertos personajes, previamente escritos, para incorporarlos obligatoriamente en historias sin importar si histórica o culturalmente encajan, respondiendo así a la diversidad (raza, sexo, etc.) actual. Se dice que se “fuerza” porque las historias originales no los incluía, ya sea por la temporalidad en la que fueron creadas o la visión del autor; el término sólo aplica en personajes existentes, siendo que erróneamente se usa el vocablo para creaciones nuevas y que no deberían de entrar en polémica, pues todas las personas, sin importar su género, preferencias o color de piel, deben ser tratadas por igual y tener las mismas oportunidades en cualquier producción.

Todo esto, más que un tema de debate, es preocupante, estamos ante un oscurantismo creativo en el que se tienen que seguir adaptando infinitamente obras de hace más de 100 años en lugar de desarollar nuevas historias y personajes acordes a la actualidad. ¿Por qué no crear una nueva sirena, una mitología moderna que se convierta en un clásico para las generaciones dentro de 100 años? Cambiar el aspecto de un personaje, pero contando exactamente la misma historia de siempre no lo hace nuevo ni original, ¿acaso ya todas las ideas están gastadas?, ¿acaso no hemos visto nacer a otro Andersen o a un dramaturgo que iguale a Shakespeare? Dicen que lo retro está de moda, sin embargo, es una excusa más del cegamiento y estanco creativo que vivimos en esta “época moderna”; basta con ver la infinidad de reboots y remakes que inundan la industria cinematográfica para darnos cuenta de que seguimos explotando creaciones de autores que ya ni siquiera viven… y no sólo en el cine, la música está plagada de covers evitando que surjan nuevos compositores y melodías como en tiempos gloriosos años atrás. Quizás la carencia de ideas sea un lapso generacional y estemos por vivir próximamente una nueva y maravillosa época dorada en el mundo del arte… al final, quién diría que la misma película que sacó a Disney de su crisis y los catapultó nuevamente al éxito por su innovación y originalidad en los años ochenta, sea la que los pueda hundir hoy.