Para entender qué son las tierras raras, remontémonos a las clases de química, usualmente aburridas para el promedio de la comunidad estudiantil, pero, si hubiéramos puesto atención, al menos en la tabla periódica, específicamente en la zona de los llamados lantánidos, hoy entenderíamos cómo es que China comienza a presionar cada día más al mundo por medio de los 17 elementos que conforman dicho grupo: lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio.
Si volteas a tu alrededor posiblemente estarás rodeado de dispositivos electrónicos, una cafetera, tu automóvil, algún celular, la televisión. El cuerpo humano tiene una red neuronal que hace posible la comunicación entre los órganos del cuerpo, en metáfora podríamos decir que en los dispositivos dicha red es posible gracias a los valiosos semiconductores, mejor conocidos como “chips”, sin ellos no se podrían comunicar a nivel de sus subprocesos, tu vehículo no podría abrir la puerta por medio del chip de la llave, tu televisión no sabría en qué nivel de volumen se encuentra y tu celular no sabría qué hacer cuando presionas el botón de encendido, ahora que entiendes su importancia, toca comprender que la materia prima es nada más y nada menos que las tierras raras.
En los años 80 Estados Unidos era el mayor procesador de tierra raras, en la mina Mountain Pass se extraían 20 mil toneladas al día, uno de los lantánidos ahí era el europio, gracias al cual se pudo fabricar la televisión a color; a su vez, y con una enorme visión hacia el futuro, China se dedicó a la sobreproducción de tierras raras para devaluar el costo de dichos elementos, así, aprovechando la creación de políticas ambientalistas para regular la contaminación causada por la minería, para el final de esta década había acabado con la competencia extranjera. Entre 2015 y 2018 el gigante asiático multiplicó por 10 sus compras de tierras raras al extranjero, convirtiéndose en el principal importador del mundo y logró acaparar los 17 elementos posibles. Myanmar, Malasia y Vietnam proporcionan el 25% de las tierras raras a China, que a su vez crea actualmente el 60% de ellas, de esta manera controla el suministro hacia occidente, de hecho, el avión de combate caza f-35 de fabricación americana utiliza 417 kilos de materiales de tierras raras, es decir, el 3% de su estructura, por lo que la producción depende de China.
Cuando entendemos el contexto que hay detrás de las tierras raras, no podemos evitar pensar que actualmente existe ya una guerra mundial, sólo que no es el mismo concepto que teníamos, ya no hay bombas, ni balas, ni cuerpos mutilados en medio del campo de batalla; por un lado, el entorno traumático ha cambiado por uno más “inteligente”: la llamada “guerra comercial”.
China aspira a que para el año 2035 todos sus vehículos sean eléctricos y ha dado la instrucción de aumentar al 30% su producción de tierras raras, a su vez, Joe Biden convocó y firmó un mandato para comenzar a investigar cómo producir más. El tema se complica cuando China anunció que planea regular la cadena de suministro de estos elementos, quitando el control a las empresas mineras. Se teme que esta sea una nueva herramienta de guerra, ya que el desabasto causa estragos económicos a bastantes líneas de producción en Occidente.
Para ejemplo la planta GM de Villa de Reyes, en San Luis Potosí, tuvo que detener su producción por este tema, al igual que Volkswagen y BMW; por su lado, Samsung anunció que para este año tal vez no pudieran dar el abasto suficiente para crear sus nuevos celulares y la lista sigue; en su momento, Donald Trump quiso comprar Groenlandia, ya que ahí se pronostica que se encuentran grandes reservas mineras de tierras raras, por ahora sólo Taiwán, a través de la empresa TSMC, tiene la capacidad de dar el abasto de semiconductores a Occidente, pero los aires de guerra se comienzan a complicar cada día, en medio del cambio climático que está causando una enorme sequía en dicho país y China queriendo absorber de nuevo a Taiwán a su república popular, tema que Estados Unidos no se puede dar el lujo de permitir, si quiere ganarse un lugar en la cuarta revolución industrial.
Sólo nos queda reflexionar, ¿por qué no pusimos la debida atención a nuestra clase de química?