Cuando el Brexit comenzó a pronunciarse como referéndum de manera repetida, fue en canales de televisión o en páginas especializadas de economía, y en muchas ocasiones estuvo acompañada de la palabra “miedo”. Habría que estar en ese entorno para haber notado todas las veces en las que se hablaba de manera alarmante al respecto, sin embargo a nivel externo y sin estar directamente involucrados, lo único que se puede pensar es ¿por qué habría de importarnos? Debemos razonar que vivimos en una economía global y como tal el impacto del que hablaban en esos canales especializados tendrá eco en todo el mundo.
Primero es necesario entender lo que la Unión Europea (UE) representa. Proviene de ideas que se gestaron en la Segunda Guerra Mundial, cuando se pretendía evitar que el continente volviera a partirse. Fue la unión de 28 países para hacer un libre tránsito, comulgar con una misma moneda, comerciar entre sí y funcionar en la economía global como un bloque.
Así pues, desde los inicios de la Comunidad Económica Europea (en 1958) donde países como Alemania, Italia, Francia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo invitan al Reino Unido (RU) a firmar el Tratado de Roma, se obtuvo no sólo una negativa y una retirada de las pláticas ese mismo año sino que además se gestó un boicot sobre ese proyecto por parte de los británicos. Así se dio inicio a una serie de reyertas hasta nuestros días ya que ese boicot fracasó y la Comunidad Económica Europea comenzó a funcionar a inicios del siguiente año.
Con el tiempo y ante el éxito que empieza a tener la Comunidad Económica Europea, los británicos pidieron entrar. Sin embargo se les negó su incursión por parte del general y presidente francés Charles De Gaulle que en una rueda de prensa dijo que el Reino Unido es “marítimo” e “insular” y por lo tanto no comulga con sus socios continentales, además de ser el “Caballo de Troya” de los Estados Unidos para controlar o dinamitar el proyecto europeo. Fue hasta la dimisión del General De Gaulle que se desbloqueó la adhesión del Reino Unido, y una vez adentro, cuando se pensaba que todo sería por fin un equipo que trabajaría en bloque, no fue así, ya que desde el inicio sus socios lo tacharon de una actitud obstruccionista y distante.
La ambivalente relación que desde entonces ha guardado la Gran Bretaña hacia la Comunidad Europea ha sido siempre transparente, mantuvieron su propia moneda y ha sido muy notoria la abierta confrontación por parte de políticos británicos con oficiales de la Unión Europea.
Pero lo que ahora nos concierne es el presente, mismo que subrayaba la muy latente y posible salida del Reino Unido (RU) de la Unión Europea (UE), donde gran cantidad de naciones, mandatarios y personas públicas postularon su posición en contra del Brexit. Mandatarios como Obama, y países como Japón, China y la India, e incluso la misma UE no quería llegar a una separación por parte de los británicos.
El HM Treasury, que es el Ministerio de Economía y Finanzas del Gobierno en la Gran Bretaña, Bank of England, el Fondo Monetario Internacional, la OECD (Organisation for Economic Co-operation and Development) entre muchas otras instituciones especializadas en el tema, apuntaron el gran efecto negativo que traería el Brexit.
Pero, si fue tan evidente a nivel mundial que dar salida a la Gran Bretaña de la Unión Europea es un error, entonces ¿quién votó a favor y quién en contra? ¿Cuál fue el detonante para que finalmente pueda deslindarse de éste, aún sabiendo las consecuencias?
El Partido de la Independencia del Reino Unido (en inglés, United Kingdom Independence Party o UKIP) liderados por Nigel Farage; y Boris Johnson, político conservador y ex alcalde de Londres del 2008 al 2016 y actual Ministro de Asuntos Exteriores fueron detonantes en la escena para dar inicio a la salida de la UE; su fuerte visión anti-inmigrante, acompañados siempre con discursos de un racismo a ultranza, y un discurso de superioridad en el que incluso, Boris estuvo navegando en la ciudad con un autobús rojo gigante que decía: “We send the EU £ 350 million a week, let’s fund our NHS intead, VOTE LEAVE” (Nosotros enviamos a la UE 350 millones de libras, financiemos nuestro Servicio Nacional de Salud) acompañado de comentarios en extremo racistas como los de Robert Blay candidato del Reino Unido al Parlamento, y las facilidades que dio el primer ministro David Cameron, que al sentirse presionado tuvo que ceder a la idea de hacer el referéndum.
Finalmente el jueves 23 de Junio del 2016 se llevó a cabo el referéndum sobre el Brexit que dio 51.9% “Leave” contra un 48.1% “Remain”. Lo que anunciaba que el RU estaba fuera de la UE.
Dando pie a una serie de sucesos que son dignos de resaltar y que se han ido presentado después de que la ciudadanía hubiera tomado la decisión de que el Reino Unido dejara la Unión Europea. Primeramente David Cameron quien era el primer ministro, abandona su puesto, victimizándose un poco, siendo que fue su idea la de hacer el referéndum para la salida de RU de la UE. Así mismo los dos principales alentadores públicos para que se diera el Brexit, Nigel Farange y Boris Johnson, un día después de la votación cambiaron rotundamente su discurso de “Independencia” por uno más conservador en términos de los beneficios que afirmaron sucederían. Sin embargo, los especialistas cambiaron los suyos acerca de las desventajas que esto traería, que siguen siendo muy reales para el Reino Unido, a tal grado que Escocia e Irlanda del Norte ya se hayan pronunciado a favor de dejar el Reino Unido y unirse nuevamente a la Unión Europea. Lo que nos lleva a pensar (de manera irónica) que ahora, decir “Reino Unido” quizá ya no sea propiamente cierto.
Lo que es cierto, es que a raíz de esta serie de sucesos hubo una petición en línea para revocar el referendo. Ésta llegó a más de 160 mil firmas y aunque se pueda o no revertir esta decisión, más adelante lo sabremos. Para reflexionar, más del 75% de los votantes con edades entre los 18 y 24 años y más del 55% de personas entre 25 y 50 años de edad, votaron por permanecer en la Unión Europea; en contraparte, más del 55% de personas de entre 51 y 64 años y más del 60% de los mayores a 65 años votaron por abandonarla, según información del YouGov. ¿Es esto acaso una consecuencia de una fragmentación generacional?
Una de las naciones que se pronunció a partir del Brexit, fue Turquía. Su presidente Recep Tayyip Erdogan fue el encargado de manifestar su deseo de votar si es menester seguir o no tocando a la puerta de la UE. Y aunque la mayoría de los turcos opten por ser europeos, hay un precedente del que puede sacar ventaja y es que desde 1963 se les prometió la pertenencia a la UE y hasta 2005 realizaron el proceso de iniciación, a eso sumamos ciertas declaraciones como que el Reino Unido ha puntualizado, que de llegar Turquía a la UE, los expondría a una ola de inmigración musulmana, y por consiguiente a un islamismo radical.
Aunque en realidad ahora lo que les ocupa (con la fragante salida de la UE) a los británicos, es darle entrada a su nueva primer ministro, Theresa May, (que viene del ala ultra conservadora) y que tendrá en el corto plazo unos tiempos ásperos para dar solución a puntos importantes como negociar con la UE el estatus en que quedará el futuro de sus relaciones y su desvinculación que llevará un proceso de dos años según el acuerdo al artículo 50 con el que se enuncian los términos de salida de la UE.
Así mismo la regulación que tendrá que hacer con todos los países con los que quiera tener tratados, además de establecer sus leyes migratorias en el que el nacionalismo exacerbado mostrado en las urnas no sumará a resolver y maniobrar lo que en lo sucesivo enfrenta el fragmentado Reino Unido.
En México el impacto ya se ha empezado a notar. Tras el triunfo del Brexit, el secretario de Hacienda y Crédito Público Luis Videgaray, informó un nuevo recorte al gasto público por 31,715 millones de pesos, ya que el precio de petróleo bajó al son de la volatilidad de los mercados internacionales y su reacción negativa.
Como reflexión
En uno de muchos videos que hay en Internet de Michio Kaku, se habla del futuro de la humanidad a 100 años, un “hacia a dónde vamos”. Pues bien, se mencionan civilizaciones del tipo 1 (planetarias) parecidas a lo que presentaban películas como Flash Gordon, civilizaciones del tipo 2 (estelares) civilizaciones que consumen tanta energía, que pueden jugar con las estrellas y manejar a placer toda la naturaleza dentro y fuera del planeta; como Star Trek y así, otras civilizaciones más avanzadas como las que se pueden ubicar en el tipo 3, como el Imperio de Star Wars.
Para Michio en su reflexión, la parte más complicada no es pasar de civilización 1 a la 2, sino de la 0 (cero, en la que estamos actualmente) a la 1 y es que en esta civilización 0 en la que nos ubicamos, hay una fragmentación social, económica, política ideológica y bombas nucleares. Sin embargo Michio apunta que a pesar de esto ya se vislumbran comportamientos de una civilización del tipo 1, tendencias hacia una sociedad multicultural, científica y tolerante, como el Internet, que para él, es el comienzo de un medio de comunicación universal, el inglés un idioma principal y menciona a la Unión Europea como inicio de una economía de sociedad del tipo 1, en dónde países que han pasado miles de años matándose entre sí, ahora comulgan en moneda, pasaportes, libre tránsito, etcétera, para potencializar sus fuerzas.
Quizá en ese paso a la civilización 1 tendremos que lidiar con pasos hacia atrás como claramente es la fragmentación que ha dejado el Brexit. Pero busquemos desde nuestras trincheras las formas de hacer una convivencia como equipo, como civilización 1 sin muros, ni fronteras.