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El esquema ponzi

Por: MDE. Karen Lizbeth Ayala García
Abogada en el Departamento Jurídico Corporativo STRATEGA Consultores
karen.ayala@strategamagazine.com

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Hacia 1920, el italiano Carlo Ponzi timó a inversores en Boston, Massachusetts, a los cuales prometió múltiples beneficios por comprar cupones postales extranjeros a bajo precio, cuyo capital recuperarían y tendrían ganancias por el tipo de cambio al revenderlos más caros en los Estados Unidos. Fue así que ofreció un retorno del 50% en una inversión a 45 días o un 100% en 90 días, tuvo popularidad y varios apostaron por el proyecto, sin embargo, su carrera no duró mucho, la treta terminó colapsando, pues en lugar de comprar los cupones postales, pagaba en los tiempos establecidos a los inversores más antiguos con el capital de los nuevos, pero la intervención del Estado, cuestionando las prácticas de su empresa y deteniendo las nuevas captaciones de dinero, trajo como consecuencia que algunos inversores no obtuvieran los beneficios prometidos y muchos otros perdieran la totalidad de su capital, así, este delincuente de cuello blanco inmortalizó su nombre y a dicho tipo de fraude lo conocemos como “esquema Ponzi”. La United States Securities and Exchange Commission (SEC) lo define como: “un fraude de inversión que paga a los inversionistas existentes con fondos recaudados de nuevos inversionistas. Los organizadores del esquema Ponzi a menudo prometen invertir su dinero y generar altos rendimientos con poco o ningún riesgo. Pero en muchos esquemas Ponzi, los estafadores no invierten el dinero. En su lugar, lo utilizan para pagar a quienes invirtieron antes y pueden quedarse con algunos para sí mismos.” Ejemplos a gran escala de esta práctica han sido “Fincrea”, en México, y “el caso Madoff”, en Estados Unidos, que, al parecer “legales”, tanto los ahorristas como los reguladores de la Comisión Bancaria tardaron en percibir el fraude. Este sistema tiene éxito, al principio se les cumple a los inversores, la popularidad y demanda aumentan, y todo es color de rosa hasta que el Estado interviene por alguna sospecha de mala praxis o cuando una cantidad fuerte de inversores en lugar de reinvertir –ya sea por alguna crisis económica u otra razón– quiera retirar su capital y rendimiento, “la empresa” tiene un punto de quiebre, pues no cuenta con los fondos suficientes y, por ende, el sistema colapsa y a los estafados los deja sin el ahorro invertido. Cualquiera puede ser vulnerable, ya sea en pequeña o en gran cantidad, es por eso que algunos consejos de la SEC, a fin de detectar un esquema Ponzi, son:
  1. Altos retornos con bajos o sin ningún tipo de riesgos. Ninguna inversión “garantizada” es segura.
  2. Rendimientos consistentes. Se debe dudar de aquella inversión que genera rendimientos en todo momento, sin importar las condiciones del mercado.
  3. Inversiones no registradas y dificultad para recibir pagos. Desconocimiento de la gestión, productos, servicios y finanzas de “la empresa”, asimismo este tipo de esquema suele presentar dificultades al retirar los “rendimientos” y, por lo tanto, instan en “reinvertir”.
  4. Vendedores sin licencia. Las leyes que regulan a las instituciones financieras y de inversión exigen ciertas regulaciones, se debe asegurar que se cuente con ellas.
  5. Estrategias secretas y complejas. Evitar toda inversión que no se comprenda en su totalidad.
  6. Problemas con el papeleo. Se refiere a errores en el estado de cuenta, es una señal de que los fondos no se invierten según lo estipulado.
Es un engaño muy común, es una propuesta tentativa en cuanto al rendimiento que se “generará” y aunado al desconocimiento en materia financiera de la mayoría de las personas se cae en esta práctica, por eso se deben tomar precauciones, pues se pone en juego el patrimonio y la estabilidad económica del inversor y de su familia; ojalá hubiera más oferta de educación financiera para todos los sectores de la población mexicana, ya que ayudaría a cuestionar y acabar con este tipo de estafas y agregaría valor a la economía del país.