El 25 de mayo del 2020, en un vecindario de Minneapolis, cuatro policías arrestaron a George Floyd presuntamente por falsificación de un billete de 20 dólares, durante 9 minutos uno de ellos presionó su rodilla contra el cuello de Floyd provocando su muerte por asfixia; con este acto, considerado por la comunidad afroamericana como racismo, se reavivó el movimiento Black Lives Matter, que tuvo sus orígenes en el 2013, tras la absolución del asesino de Trayvon Martin. Los acontecimientos de Minneapolis inmediatamente se hicieron tendencia en redes sociales con el hashtag #BlackLivesMatter, el cual se comenzó a utilizar para apoyar marchas y manifestaciones en contra del racismo y la xenofobia, se convirtió en una etiqueta que polarizó los mensajes de odio y apoyo hacia el movimiento, de este conflicto surgieron inesperados aliados: los fans del k-pop.
El k-pop es un género musical que nació en unos de los países más influyentes de Asia, Corea del Sur; a finales de los años 90 tomó auge y fue Lee Soo-Man quien vio la oportunidad de negocio detrás de esta industria cultural. Bajo el contexto de que carece de recursos naturales, el país buscaba potenciar el capital intelectual, es decir, preparar en mayor medida a sus estudiantes para fomentar el desarrollo de tecnologías y herramientas disruptivas. La visión del productor musical radica en crear un arma tecnológica para lograr una influencia que beneficie los intereses coreanos en el escenario internacional que, a su vez, propone crear una nación libre de impuestos por medio de la comercialización de la música y el entretenimiento, creando un medio para ejercer el poder blando de su gobierno hacia los demás territorios.
Con estos argumentos, Lee crea un manual de Tecnología Cultural (CT), el cual no deja nada a la casualidad, pues explica cómo crear música, grabar y editar videos, qué ropa deben vestir los artistas, cuál comida deben consumir, cuántos kilos deben pesar y hasta con qué tipo de personas tienen que convivir; de aquí surgen las empresas para formar Idols, artistas diseñados para influenciar a los jóvenes, a través de sus talentos. El grupo BTS es un claro ejemplo de la cosecha de la visión de Lee Soo-Man, creado desde las bases del manual CT y mezclado con el enfoque de grandes obras literarias, como evidencia, Wings fue inspirado en el libro Demian, de Hermann Hesse, además, el grupo tiene uno de los discos más vendidos del mundo Map of the Soul: 7. BTS forma parte de la empresa de entretenimiento Big Hit, que hoy en día cotiza en la bolsa de valores de Corea. Crear un Idol de k-pop tiene un costo de, aproximadamente, 3 millones de dólares, bajo el margen de que sólo 1 de cada 10 jóvenes reclutados logrará el éxito y la fama.
La estrategia de exportar cultura y tecnología del manual CT con el fin de aplicar influencia en el mundo tiene sentido cuando observamos que los fans internacionales de BTS –que se hacen llamar “BTS Army”–, por medio de redes sociales como Twitter, lograron apagar discursos de odio de personas racistas contra el movimiento Black Lives Matter y han bajado de las tendencias globales hashtags potenciados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; tanto son tomados en cuenta por el gobierno de Corea, que uno de los miembros de BTS logró evitar el servicio militar, el cual, por ley, todos los jóvenes de entre 18 y 28 años deben cumplir de manera obligatoria, pero fue tal la presión de sus admiradores, mezclada con el interés político-económico de Corea del Sur, que cambiaron la ley para darle una prórroga a los integrantes de la banda para que puedan realizarlo a los 30 años.
El famoso medio de comunicación The guardian publicó el artículo “How US K-pop fans became a political force to be reckoned with”, en el cual ponen en evidencia cómo los fans del k-pop en Estados Unidos se organizaron para comprar todas las entradas a un mitin político de Donald Trump, con el objetivo de no asistir y boicotear el evento. El fuerte activismo de los seguidores de las bandas k-pop creadas a través del manual CT debería dejar en claro que valdrá la pena seguir de cerca, tanto en lo económico como en lo político, el uso de la cultura del entretenimiento coreano con fines de influencia internacional por ejercer el poder blando, ya que en México no somos tan ajenos a los movimientos del BTS Army, al menos una vez a la semana han logrado posicionarse en el trending topic de Twitter, inundando dicha red de fotos y menciones para apagar tendencias políticas.
Por cierto... ¿ya notaste cuántas series de K-Drama hay en el catálogo de Netflix?