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CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Empresas que fracasaron, ¿por triunfar muy rápido?

Por: LCC. Gabriel Moreno Rodríguez
Productor; académico en el ITESM; director de noticias; analista en temas de tecnología y CEO
@gabofanfare

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En el mundo empresarial enfocado en la tecnología es común encontrar casos de innovación y cambios de paradigma en el mercado con relativa facilidad. Hace algunos años la norma para comunicarnos a través de Internet era el correo electrónico y actualmente la nueva tendencia son las redes sociales, por nombrar un ejemplo.

Lo cierto es que por cada Facebook y Google también existen docenas de empresas que pudieron haber llegado al mismo nivel, pero que por factores gerenciales o estratégicos el éxito rápido terminó resultando su fracaso directo. He aquí dos ejemplos:

Zynga

Con el apogeo de las redes sociales y los primeros smartphones con pantallas multitouch el futuro de los videojuegos móviles parecía ilimitado para las primeras empresas consolidadas en el mercado, una de ellas era Zynga, que parecía destinada a cambiar el mundo. Y es que en un mercado saturado de juegos de mala calidad y desechables en Internet, la empresa con base en San Francisco ofrecía conceptos superiores y diseñados para maximizar sus posibilidades mediante las redes sociales.

Títulos como Poker, Mafia Wars y sus simuladores de granja y cafés les significaron ganancias multimillonarias; para 2011 la compañía ya estaba construyendo sus propios centros de datos exclusivos y extremadamente costosos.

Sin embargo, con el éxito tan rápido y la inexperiencia de su CEO en desarrollo de videojuegos, Zynga no pudo adaptarse a un mercado que pedía innovación constante en sus ofertas de entretenimiento y para el año 2015 tuvo que efectuar despidos masivos y el cierre de su infraestructura de datos. En la actualidad, la empresa aún persiste, pero es sólo un oscuro vestigio de lo que alguna vez fue.

Pebble

Muchos no lo saben, pero en 2013 la compañía californiana Pebble tomaría al mundo por sorpresa con su primera oferta de lo que ahora conocemos como smartwatch.

Con un pitch ambicioso lanzado en la plataforma de crowdfunding Kickstarter, la empresa dirigida por Eric Migicovsky rompió récords de inversiones con la cantidad de 10.3 millones de dólares en su primer dispositivo llamado Pebble.

En tres años la corporación vendió 2 millones de unidades, cultivó un público de culto y lanzó una versión con materiales de acero y dos dispositivos con pantalla a color, sin embargo, el rápido avance de la competencia y las decisiones de su gerencia que dejaban al smartwatch ponerse al corriente con sus rivales, aunado a la llegada del primer modelo del Apple Watch, fueron los clavos en el ataúd de la que hubiera sido una empresa con un futuro extremadamente prometedor.

Lo cierto es que el caso de las empresas antes mencionadas y muchas otras han demostrado que el éxito comercial inmediato no siempre es garantía de un éxito longevo. Quizá esa sea la razón principal por la que tantas start-ups buscan crecer y luego vender su empresa a los gigantes tecnológicos.

Pero como lo mencionó el ícono futbolístico Mia Hamm: “Es fácil llegar a la cima, pero es difícil mantenerse en ella”.