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Hecho en México… la marca de todos

Por: MDE. Karen Lizbeth Ayala García
Abogada en el Departamento Jurídico Corporativo STRATEGA Consultores
karen.ayala@strategamagazine.com

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México es un país enorme, lleno de riqueza en su pueblo y su gente, que a pesar de haber tenido caídas en su economía, de sufrir carencias, de no tener todos los recursos materiales como los hay en naciones de primer mundo, han adaptado estas necesidades para convertirse en personas con espíritu creativo y luchón.

Hablar de lo hecho en México, engloba un sinnúmero de condiciones, individuos, servicios y productos. Como país innovador y creativo, la elaboración y el consumo de productos mexicanos promueve el desarrollo económico de las micro, pequeñas y medianas empresas que pretenden competir y darse a conocer en el mercado nacional e internacional.

Es cierto que China es el gigante, hasta el momento, como fabricante y distribuidor de sus mercancías alrededor del mundo; sin embargo, México no se ha quedado atrás, ya que es de reconocerse que en nuestro territorio podemos encontrar múltiples  productos, con características importantes para su exportación, entre los que se destacan el calzado, la ropa, las bebidas alcohólicas y no alcohólicas, los textiles, la gastronomía, los cosméticos, la música, la cristalería, los productos agrícolas, las artesanías, la biodiversidad, la cultura y las costumbres, que permiten que México sea reconocido en el mundo, sobre todo, porque además de producir a gran escala, sus estándares de calidad son competitivos, por lo que las empresas o establecimientos nacionales son referentes en las importaciones de otros países.

¿Quién no se ha topado con productos que contengan la leyenda o signo de HECHO EN MÉXICO? Creo que todos alguna vez, y también estoy segura de que hemos decidido comprar estos productos porque consideramos que ponemos un “granito” de nosotros para ayudar a la nación, a nuestra gente, además de tener el sentimiento de orgullo nacional por lo que hacemos.

Sabemos que para distinguir y posicionar una mercancía en el mercado, se requiere de todo un esquema de mercadotecnia que inicia con el logo o sello que será reconocido por el público consumidor, esa imagen, será lo que conocemos como “marca”.

Según el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial, las marcas se definen como “los signos visibles que distinguen productos o servicios de otros de su misma especie o clase en el mercado”.

Por lo anterior, identificar un artículo a través de una marca reconocida, brinda al consumidor, la confianza y garantía de que tiene calidad, tal es el caso del sello “HECHO EN MÉXICO”, que casi todos hemos visto, en ropa, dispositivos electrónicos, cajas de zapatos, entre otros, y que podría decirse que es la marca de excelencia del territorio nacional.

Esta distinción ha tenido una evolución y un propósito a lo largo del tiempo, sus orígenes la ubican como una propuesta del Gobierno de la República desde el sexenio de Luis Echeverría (1970-1976); inicialmente, concebida como una campaña denominada “LO HECHO EN MÉXICO, ESTÁ BIEN HECHO”, esto, a fin de sensibilizar a la población a producir con calidad para competir contra mercados internacionales, y así, estimular el consumo de productos mexicanos, al tratar de  disminuir el deterioro del poder adquisitivo. Este ejercicio promocional fue posterior al realizado por parte de Estados Unidos “Made in the USA”.

Más tarde, en 1978, a través de la Norma NMX-Z-009-1978 en el mandato de López Portillo, se establece el uso en los productos nacionales del emblema, que trae insertada la cabeza de un águila y la frase “HECHO EN MÉXICO” en mayúsculas y con una tipografía específica. Este era usado únicamente en los productos fabricados en territorio nacional, ya que los extranjeros o los envasados o ensamblados en nuestro territorio, llevarían el emblema, pero con las palabras: “Producido o Envasado en México”, según correspondiera.

A partir de esa administración, las subsecuentes, han hecho uso del sello o han lanzado campañas similares; por ejemplo, Carlos Salinas de Gortari, desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, promovió la campaña “AL TRATADO HAY QUE ENTRARLE CON CALIDAD”, incitando no solo a producir, sino a que dichos productos tuvieran ciertos estándares de calidad, y que además, fueran adecuados a lo estipulado en el tratado y ayudara a combatir las dificultades económicas que se estaban viviendo.

En 1995, durante el gobierno de Ernesto Zedillo, se promovió la campaña “OJO, ES POR NOSOTROS”, en defensa de nuestros empresarios, ya que motivó la compra de productos mexicanos de calidad por encima de otras opciones, esto derivado de la crisis económica más severa en que se ha visto envuelto este país, ya que causó, entre otras cosas, la quiebra de miles de empresas y niveles altos de desempleo.

En 2004, con la administración de Fox, la Secretaría de Economía realizó campañas publicitarias con la leyenda “FÍJATE EN MÉXICO”, donde se destacaba la importancia de mantener las cadenas productivas con el fin de preservar los empleos. Asimismo, se llevó a cabo la propuesta de dos logos que sustituirían al emblema establecido en 1978, con la leyenda “Hecho en México”, y el otro “Fíjate que esté Hecho en México”

Estas propuestas ya fueron registradas ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, situación que con el anterior emblema no ocurrió.

Como parte de una propuesta del Gobierno de la República −a través de la Secretaria de Economía− para enfrentar los retos de la globalización, en el 2009 se vuelve al emblema anterior “Hecho en México” con unas leves modificaciones, estableciendo las condiciones para el otorgamiento de la autorización para su uso, a través de una solicitud ante la Secretaria de Economía.

Este logo es el que actualmente se utiliza y sin inclinarme por ningún partido político, considero que este nació de la inquietud de los mexicanos y las cámaras de comercio, de preferir un producto mexicano que esté a la altura e igualdad de condiciones de un importado en calidad y precio, así como que tenga una certificación, la cual deberá cumplir con las normas oficiales para que sea un producto eficiente, seguro y de buena calidad.

Cabe destacar que, a diferencia de la promoción en redes sociales de comprar productos que iniciaran con el 750 en su código de barras, esto no necesariamente significa “hecho en México”, ya que se puede utilizar para los productos que son empacados, catalogados o distribuidos en México.

Para que una mercancía pueda tener el sello de “Hecho en México”, debe ser obtenida o producida en el país con altos estándares de calidad, así como elaborarse con ingredientes 100 % locales, y en caso de ser extranjeros, este origen foráneo de sus materias primas no debe sobrepasar el 15 %, además de que la producción debe ser enteramente nacional.

Creo que “HECHO EN MÉXICO” va más allá de un sello que surgió por la necesidad de estabilizar la economía del país, sino que busca la concientización de los consumidores −en específico de los mexicanos− para asegurar con un sentido nacionalista, y un tanto patriótico, la tendencia natural de escoger artículos con mano de obra e insumos mexicanos, ya que traería como consecuencia que el circulante económico diera seguridad al patrimonio de las micro, pequeñas y medianas empresas, así como de las personas físicas con actividad empresarial, y a la vez, se daría más participación por parte de la ciudadanía.

Sí, México es un país gigante y rico en su biodiversidad, cultura y gente emprendedora, con productos que son apreciados en el extranjero, ¿por qué no consumirlos y elegirlos nosotros como connacionales?