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Liderazgo tóxico

Por: MBA. Horacio Marchand Flores
Fundador de Hipermarketing.com, el portal más grande de mercadotecnia en Iberoamérica
@HoracioMarchand

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Existen casos donde el principal obstáculo para que avance una organización es el director general, o en su caso, el cuerpo directivo. Es que el tema político, desde el punto de vista de psicología evolucionaria, es casi tan fuerte como la energía sexual (Eros) y la energía de muerte (Thanatos).

Resueltas la crisis biológica y la de seguridad, los humanos, como los primates y otros grupos de animales, nos movemos a la lucha de la dimensión política. Se busca acomodar posiciones donde no existe el concepto de justicia y equidad sino de privilegios.

En el reino salvaje, estos machos alfa comen primero y lo mejor, viven en los lugares más cómodos y tienen mayores privilegios sexuales. Adicionalmente, recientes estudios confirman que los líderes, al compararse con los seguidores, tienden a tener mayores grados de serotonina -asociada a la felicidad- y menores grados de cortisol -asociado al stress-.

Se podría argumentar que lo anterior no dista mucho de los humanos; cabe mencionar que compartimos más del 95 por ciento del ADN de un chimpancé.

Regresando a los humanos, cuando los líderes de la tribu organizacional ya llegaron a un nivel de privilegios: estacionamiento privado, asistente personal, viáticos de primer nivel, salas de junta amplias y tecnología de punta; surge la pregunta: ¿Qué interés tienen en cambiar el statu quo? ¿Cuál es el caso de arriesgar su poder político, su puesto y su nivel? ¿Para qué arriesgar emprendiendo iniciativas que típicamente son caóticas y de rentabilidad dudosa y/o tardía?

Es que el liberal se convierte en conservador tan pronto llega al poder. Lo anterior se agudiza con la teoría de sistemas donde las decisiones tardan en generar impacto y se notan más en el largo plazo. Por ende, no se alcanzan a ver las consecuencias y se desfasa la retroalimentación.

En cierta forma se gestionan hoy, los resultados de decisiones pasadas, además de otorgar una licencia para el error en función de que se "patea la lata hacia delante". Es decir, se atienden los síntomas visibles y de corto plazo (pensamiento concreto), en lugar de atender las causas más escondidas y que requieren una perspectiva de mayor plazo (pensamiento abstracto). Esto es un diseño perverso que desconecta la gestión actual de los resultados que tardan en configurarse y manifestarse.

Y como lo indica la teoría de sistemas, la solución de hoy acabará por convertirse en el problema del futuro, si es que la empresa a sobrevive.

Ante el poder jerárquico de las organizaciones, el sujeto que se esfuerza no necesariamente es recompensado, ya que depende básicamente de su jefe. Y suponer que el jefe es congruente, inteligente y con un balance emocional, quizá sea mucho pedir.

Existe una alta correlación entre psicópatas y CEO´s. A los psicópatas les suele ir bien en la organización ya que sus características les ayudan a navegar y ganarse un lugar políticamente favorable. Pero independientemente de la patología y sin llegar al extremo, el hecho es que existen líderes abusivos, acosadores, sádicos, acomplejados y saboteadores de cualquier iniciativa que amenace su estatus quo.

La resultante es entonces que las personas en el poder pueden desincentivar inconscientemente los esfuerzos del grupo o de individuos creativos si se sienten amenazados en su posición política. Los subordinados leen esto y por eso nadie corre riesgos, nadie se opone al líder, nadie hace olas. La caída la justifican por razones "de mercado, de competencia, de economía" y en general porque "la situación está muy difícil".

La jerarquía y el poder personal tienen que ser considerados pragmáticamente a la hora de promover la innovación y cualquier cambio organizacional.

Humanos, al fin.