A la hora del éxito, se sobrestima al individuo y a la hora del fracaso, se sobrestima al contexto. Esto se conoce como la Teoría de la Atribución: si las cosas salen bien, es por mí y todo el mérito es mío; si las cosas salen mal, es por las circunstancias y es culpa de otros.
En el primer caso (todo es gracias a mí), como no se entienden las verdaderas razones del éxito, no puede replicarse ni detonarse. Es más, incluso en este escenario, hasta se pudieran tomar decisiones en contra de la buena racha.
Aquí encaja el ejemplo del nearshoring, que ha puesto a México nuevamente en el mapa, pero no es todo gracias al gobierno actual; incluso este inhibe su potencialización al limitar la generación de energía y sembrar incertidumbre en los tratados y en el ámbito legal. Enlisto algunas de las variables formativas del fenómeno nearshoring, que han sido configuradas a través de los años, en administraciones anteriores:
En el segundo caso (son las circunstancias y culpa de otros), como no se atribuye a uno mismo, sino al pasado, a los x, los z y los w, acaba por no hacerse nada. Aquí encaja la inseguridad rampante, el crecimiento del crimen organizado y desorganizado y el discurso divisorio entre mexicanos.
El punto es que, debido a la Teoría de la Atribución, un mecanismo psicológico propio de un ego inflado, es imposible hacer un diagnóstico acertado, como si se tratara de un tipo de ceguera.
Y el diagnóstico es la madre de las buenas decisiones. Si se falla en diagnóstico, se falla en todo. No hay nada peor que cuando "el problema" es otro.
Al enfrentar un problema mal diagnosticado, se confunden las causas con los efectos, los sujetos con los objetos, el corto plazo con el largo. Algunas otras implicaciones: la lucidez se empaña al perderse objetividad, humildad y sensibilidad; se desperdician recursos en solucionar el problema equivocado; las "soluciones" que se activan, generan a su vez nuevos problemas; el "ancho de banda" organizacional (la capacidad de adaptación e innovación que tiene una entidad) se desvía y se satura, congelando la flexibilidad.
Por si fuera poco, este desperdicio deja sin recursos disponibles para que puedan ser asignados a la energía potencial, ahí donde está la ventaja competitiva, debilitando así la energización del ángulo competitivo.
Y siguen las consecuencias: el problema original, al no ser atendido, crece galopante y sin freno, haciendo más compleja aún su lectura y resolución; al crecer, genera nuevos síntomas y consecuencias y/o de mayor escala.
En suma, es un caos arriba de otro. Llega un momento donde se pierde perspectiva y las decisiones acaban siendo cada vez menos certeras.
¿Cómo lidiar o prevenir la Teoría de la Atribución? Procurando como metas la salud mental, el autoconocimiento y la humildad; esto es un tema de desarrollo humano. También allegándose de consejeros calificados, no incondicionales, y diseñando esquemas y procesos de contrapesos; esto es un tema de desarrollo gerencial.