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CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Ojos nuevos, preguntas nuevas, los enigmas que el telescopio WEBB revela

Por: LCC. Gabriel Moreno Rodríguez
Productor; académico en el ITESM; director de noticias; analista en temas de tecnología y CEO
@gabofanfare

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Es increíble pensar que hace más de un año, en vísperas navideñas del 2021, astrónomos y entusiastas espaciales siguieron el lanzamiento del telescopio James Webb (JWST, por sus siglas en inglés). El proyecto representaba un logro enorme para la NASA, la Agencia Espacial Europea y la Agencia Espacial Canadiense debido a los múltiples retrasos y los costos que superaron con creces a lo originalmente planeado.

Las expectativas de lanzar un nuevo telescopio, más preciso y con tecnología de punta, palidecieron al momento de conocer sus primeras imágenes en julio del año pasado, cuando comenzamos a visualizar lo que James Webb capturaba con sus potentes instrumentos.

Una de las misiones que tiene el telescopio espacial es observar algunas de las primeras galaxias que se formaron en nuestro universo, esto gracias a su capacidad de escrutar puntos remotos que antes sólo podían verse con mínimos detalles por otros aparatos espaciales.

Gracias al tiempo que tarda la luz en alcanzar a nuestro planeta, los astrónomos pueden (a falta de una mejor definición) ver hacia el pasado y, dependiendo la distancia y claridad con que se mire, llegan a ver estrellas que se formaron hace más de 13 billones de años.

El JWST ha ido arrojando imágenes de galaxias increíblemente distantes, de al menos 350 millones de años después de que ocurriera el Big Bang. Lo anterior podría considerarse como las galaxias más antiguas jamás observadas y sólo una pequeña probada de todo lo que aún nos falta por descubrir en el cosmos.

¿Y cómo lo logramos? El telescopio utiliza análisis de imágenes de campo profundo, que usa Webb para observar largos espacios en el cielo que podrían parecer vacíos en un principio debido a que no emiten mucha luz y están lejos de los puntos más luminosos de nuestra galaxia, como los que están en el centro.

Igualmente, el JWST ha permitido que analicemos la composición atmosférica de planetas en otros sistemas solares, elemento crucial para descubrir mundos similares al nuestro y que puedan albergar vida o sean una guía en nuestras ambiciones colonizadoras espaciales.

Otro de los logros del telescopio espacial ha sido el entendimiento del ciclo de vida de las estrellas, el cual los astrónomos, podría decirse, comprenden grosso modo. Y es que actualmente sabemos que nubes de polvo y gas forman “nudos” que, a su vez, reúnen más material hasta un punto de colapso que genera las llamadas “protoestrellas”, pero los detalles precisos de este fenómeno aún son tema de descubrimiento. A su vez, expertos han estado aprendiendo sobre las regiones donde las estrellas se forman, con la esperanza de encontrar una explicación de por qué tienden a formarse en grupos.

El JWST es particularmente preciso para estudiar dicho tema con sus instrumentos infrarrojos que le permiten observar a través de nubes de polvo para mirar las regiones donde nacen las estrellas. Incluso imágenes recientes muestran el desarrollo de las protoestrellas y las enormes cantidades de nubes que lanzan generando enigmáticas figuras, como los llamados “pilares de la creación” en la Nebulosa del Águila.

Conocer nuestra historia espacial no sólo será un importante paso para entender nuestros orígenes, sino que también nos dará mayor claridad en el rumbo de “hacia dónde vamos” y si la actual llamada “era de luz interestelar” terminará en algún momento. Ciertamente, son tiempos emocionantes para seguir las noticias astronómicas.