INICIO | STRATEGIAS
STRATEGIAS

Pensar en colectivos sociales para el desarrollo local

Por: DCH. Edgar Josué García López
Doctor en Ciencias y Humanidades, por la UNAM y la UAdeC; investigador de la UCEM y del GICOM
edgarjosuegl@hotmail.com

Share This:

He de advertir al lector que el concepto de colectivo social tiene una historia breve en la literatura, aunque no sea precisamente así en la práctica; es decir, estas experiencias relacionadas con la participación y la acción social llevan varios años en la dinámica cotidiana de las personas, pero poco se ha escrito sobre ellas y su naturaleza. Recientemente he publicado un libro completo donde abordo este tema, y de ahí me he permitido extraer una definición que he construido a partir de la experiencia de acompañamiento con este tipo de agrupaciones. He de definir entonces un colectivo social como: la interacción voluntaria entre dos o más personas, que cultivando relaciones de poder endógenas y exógenas, acuerdan el emprendimiento de acciones que les permitan cumplir un fin común en un tiempo que puede ser indeterminado, para contribuir así a la satisfacción de necesidades específicas y eventualmente favorecer el desarrollo económico, social y/o cultural de sus comunidades locales, lo cual les significaría de cierta forma algún tipo de beneficio personal, ya sea de manera directa o indirecta, material o inmaterial, cercana o remota.

Dicho de manera sintetizada, un colectivo social es un conjunto de personas que encuentra posibles soluciones a sus problemáticas cotidianas a través de la organización grupal, comúnmente haciendo uso de sus propios recursos o bien gestionándolos por su cuenta; actuando de manera voluntaria hacia un fin común del cual tienen claro cuáles son los beneficios a obtener.

Existen diversos tipos de ellos, cada uno promueve el desarrollo social, político, cultural o económico en sus entornos cercanos, por esa razón es que se consideran agrupaciones determinantes en la consolidación del llamado desarrollo local. En ese sentido podemos decir que sí, efectivamente, agrupaciones de ciclistas en pro de una cultura vial, promotores culturales, mujeres organizadas en guarderías comunitarias, jóvenes con responsabilidad social, entre otros tantos, todos son colectivos sociales.

Algunos más, también recurrentes, son aquellos en que las personas se organizan para ofrecer algún producto o servicio del cual pueden tener ingresos económicos y con ello sostenerse o complementar algún otro salario; más adelante estas formas de organización pueden llegar a consolidar lo que se conoce como microempresas, para lo cual se deberán fortalecer ciertos procesos y formalizar determinadas acciones; entre ellas, quizá la más común, darse de alta en el SAT, cerrando el ciclo de transición de un colectivo social a otra forma de congregación. También están las que se formalizan sin fines de lucro, que se registran y certifican para configurarse como asociaciones civiles, sociedades del nombrado tercer sector u organizaciones no gubernamentales, este tipo también ha tenido su origen como colectivo social que vio la necesidad de institucionalizarse para continuar brindando el apoyo que ofrece.

No obstante, seguirán existiendo aquellos otros que no formalizan estas acciones y se mantendrán activos en estas condiciones durante largo tiempo, en general, los factores que determinan la vida de los colectivos sociales son variados, incluyen desde el origen sociocultural y nivel socioeconómico de sus integrantes, hasta la ubicación geográfica, el entorno, el giro y la actividad, entre otros. Al respecto, hay que identificar por lo menos seis momentos en su ciclo de vida: disparador, conformación, configuración, consolidación, distensión y reconfiguración; en cada una de estas etapas los colectivos se van poniendo a prueba, superando procesos que determinan la dirección a seguir, y los compromisos a afrontar, es por eso que muchos de ellos no llegan a superar los primeros tres años juntos, otros son intermitentes, se separan y se reúnen de manera frecuente.

Podría decirse que los colectivos sociales son un formato con alto grado de inestabilidad, pero con un elevado índice de efectividad, y es que el éxito de su naturaleza también les permite a sus integrantes realizar otro tipo de actividades mientras se vuelve necesario reunirse para continuar con la gestión de la solución de lo que les convoca. Esta cualidad les clasifica como comunidades flexibles, también conocidas como comunidades estéticas o agrupaciones líquidas.

Ahora que ha quedado expuesto el concepto de colectivos sociales, es seguro que el lector puede reconocer que este tipo de formatos ha existido durante mucho tiempo, en modalidades como cooperativas, juntas de colonos, grupos catequistas, de servicio y responsabilidad social, defensa de derechos humanos, y varias más. Entonces, ¿qué es lo nuevo en el estudio sobre estas formas de interacción humana?, precisamente la oportunidad de conocer su estructura, su organización y sus dinámicas; con el fin de entenderlas y, en lo posible, replicar en los espacios donde es pertinente que se reproduzcan estas metodologías y procesos para satisfacer las necesidades habituales.

Cinco puntos clave para comprender el impacto de los colectivos sociales en el desarrollo local:

  1. Un colectivo social es un grupo de personas que autogestiona los medios para resolver las problemáticas que les aquejan.
  2. Existe gran variedad de ellos cuya característica principal es que con sus acciones motivan el desarrollo local.
  3. El ciclo de vida de los colectivos se divide en seis etapas que implican un reto constante: disparador, conformación, configuración, consolidación, distensión y reconfiguración.
  4. Sus principales destinos son mantenerse como colectivos sociales, transformarse en microempresas o consolidarse en asociaciones civiles.
  5. La gran bondad de este formato es que se puede replicar relativamente fácil, apelando directamente a la voluntad de sus integrantes.

Los colectivos sociales son una alternativa para aquellas personas que no se encuentran cerca de subvenciones u otros beneficios que otorgan las políticas públicas o la iniciativa privada. Si bien es cierto que, como se dijo al inicio de este texto, no existe mucha literatura al respecto, también es verdad que la que hay permite conocer otras experiencias de las cuales se puede aprender, sin embargo, no hay que ignorar que, como siempre, la mejor manera de aprender es acercándose al colectivo social que se tenga más a la mano.