
La volatilidad bursátil se entiende como la acción de que los precios de las acciones y otros instrumentos financieros tengan fluctuaciones o cambien rápidamente en los mercados. Varios factores, incluidos cambios en las políticas económicas, eventos geopolíticos, resultados corporativos, modificaciones en las tasas de interés y el sentimiento general del mercado, pueden ser responsables de este fenómeno.
A lo largo de la historia financiera del mundo se han tenido estos fenómenos, pero uno de los más importantes fue el famoso “lunes negro”, suscitado en Japón en el año 1987, evento marcado por una caída significativa en los mercados bursátiles a nivel mundial. La disminución de los valores de las acciones en Japón el 19 de octubre de 1987 anticipó lo que ocurriría más tarde en otros mercados, un gran temor que se extendió rápidamente a Europa y a Estados Unidos, cuando los mercados financieros de Nueva York abrieron más tarde ese día, ya se había establecido un patrón de venta masiva que provocó una de las caídas más drásticas en la historia con la Bolsa de Valores de Nueva York (NYSE), cayendo un 22.6% en un solo día. Ese “lunes negro” demostró la conexión entre los mercados financieros mundiales debido a la interdependencia económica y financiera global, la volatilidad en un mercado puede provocar reacciones en cadena en otros mercados. La caída en Japón generó un pánico que exacerbó la volatilidad y puso en alerta a los inversores de todo el mundo.
Muchas bolsas de valores adoptaron medidas de protección como los "circuit breakers", es decir, mecanismos que permiten interrumpir la actividad bursátil temporalmente cuando se producen desplomes repentinos. Además, los bancos centrales, como el Banco de Japón y la Reserva Federal de EE. UU., tomaron medidas para inyectar liquidez en los mercados y estabilizarlos, lo que demuestra la importancia de trabajar juntos en tiempos de crisis.
Pero una sorpresa llegó en 2024, al igual que en 1987 se comenzó con caídas en los mercados asiáticos, particularmente en Japón, este patrón refuerza cómo las bolsas de valores japonesas, siendo unas de las primeras en abrir debido a la diferencia de horario pueden actuar como indicador temprano de tensiones en los mercados globales, en esta ocasión fue causada por preocupaciones económicas internas de Japón, su principal índice tuvo su peor caída desde 1987, cayó un 13.47%, tuvieron ventas masivas de capitales hacia activos de refugio y el famoso Bitcoin llegó a caer debajo de los 50 mil dólares; también influyeron los datos económicos de Estados Unidos en lo que se refiere a manufactura y desempleo y sobre todo que el gran Warren Buffet vendió la mitad de sus acciones de Apple justificándose de que busca invertir en otro sector. Sin olvidar las tensiones geopolíticas en Asia, Ucrania e Irán.
En México, la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) sufrió una disminución significativa, lo que reflejó pérdidas en otros mercados globales. El pánico y la incertidumbre entre los inversores locales e internacionales habrían provocado grandes ventas de acciones mexicanas, especialmente de empresas exportadoras o con exposición internacional; los inversionistas suelen refugiarse en activos más seguros como el dólar estadounidense durante períodos de alta volatilidad y crisis financieras globales. Esto provoca la salida de capitales de mercados en desarrollo como México, lo que afecta negativamente al peso mexicano, de ahí que se depreciara un poco nuestra moneda.
Es muy difícil predecir con precisión cuándo ocurrirá otro "lunes negro" porque estos eventos suelen ser provocados por una combinación de factores económicos, políticos y emocionales difíciles de predecir. No obstante, es posible reconocer ciertos signos y circunstancias que podrían incrementar la probabilidad de una caída significativa en los mercados financieros como altos niveles de endeudamiento, las altas tasas de interés y la desaceleración económica de grandes países como Estados Unidos, China o la Unión Europea. Lo conveniente será tener carteras diversificadas con mayor peso en renta fija, posiciones en dólares americanos y oro pueden resultar benéficas como estrategias financieras adecuadas.