

“¡Hola, soy tus riñones! Y te pido que sueltes el miedo y confíes en ti. Estoy aquí para ayudarte a depurar, filtrar y limpiar”.
@180Grados
Cuando somos niños una de las primeras cosas que nos enseñan son las partes de nuestro cuerpo, conforme avanzamos en edad y comienza la educación formal nos instruyen sobre los órganos y su función, y si ponemos atención, somos afortunados y alguien nos comenta de ello, o bien nos preocupamos nosotros mismos por documentarnos, sabemos del cuidado de estos; y, en el peor de los escenarios, lo aprendemos al adquirir algún padecimiento.
Si bien desde la educación primaria nos hablan de los riñones, ubicados en la parte posterior del abdomen cerca de la columna lumbar, que forman parte del sistema urinario y nos ayudan a eliminar desechos a través de la orina; desafortunadamente hasta que nosotros, o un familiar, tenemos un diagnóstico que compromete su buen funcionamiento, es que disfrutar de un plátano o unas rodajas de jitomate se vuelve un riesgo, porque el personal médico nos indica que estos alimentos contienen gran cantidad de un mineral esencial para nuestro cuerpo: el potasio, pero que, al estar dañados, los riñones ya no pueden filtrarlo y se incrementan nuestros problemas de salud si no controlamos su ingesta.
Y es que estos órganos están perfectamente diseñados para llevar a cabo funciones tan específicas que, si fallan, se compromete todo nuestro bienestar, porque, además de la labor de filtrar la sangre y eliminar desechos, se producen algunas hormonas que ayudan a controlar la presión arterial, a estimular en la médula ósea la producción de glóbulos rojos, activan la vitamina D para la absorción de calcio y fósforo, además de mantener el equilibrio entre agua y electrolitos.
Las afecciones son tan variadas que van desde una pielonefritis (infección renal), cálculos, quistes y cáncer. Sin embargo, es la enfermedad renal crónica (ERC) la más común hoy en día, siendo la hipertensión arterial y la diabetes mellitus sus principales agentes causales. Con datos de la Encuesta Nacional de Nutrición 2022, se estima que aproximadamente un 20% de la población mayor de 20 años tiene diabetes y, por ende, 13 millones de mexicanos tienen algún grado de daño renal. Todo ello implica un gran costo para el Sistema Nacional de Salud, pero también para las personas con ERC y sus familias, ya que se estima que el precio promedio mensual de la hemodiálisis puede ir de 25 a 35 mil pesos.
Por todo lo anterior, no debemos desestimar en nuestras decisiones diarias tomar acción ante el cuidado de nuestro cuerpo y de nuestros riñones. Las principales recomendaciones son: mantener un peso adecuado, llevar una dieta saludable y equilibrada, evitando bebidas endulzadas, embutidos y alimentos altos en sodio; hidratación equilibrada, en promedio se recomiendan “8 vasos al día” de agua natural –se puede modificar según el clima, nuestra actividad física y la edad–, pero debemos buscar siempre mantenernos hidratados; consumir tés y café de forma moderada; evitar fumar; no automedicarse, porque algunos medicamentos comunes y de venta libre como ibuprofeno, naproxeno o diclofenaco, si no son utilizados bajo supervisión médica, pueden causar daño renal; de igual forma evitar el consumo de sustancias milagrosas o hierbas medicinales, toda vez que difícilmente se cuantifica la cantidad de elementos que contienen y si estos pueden ser tóxicos, como Artemisia absinthium (ajenjo), azafrán, sasafrás y castaña de indias, entre otras.
Y, finalmente, si tenemos familiares con antecedente de enfermedad renal o padecemos diabetes o hipertensión arterial es necesario realizarnos revisiones médicas de rutina, seguir las recomendaciones del equipo de salud para mantener en control los niveles de azúcar en sangre y la presión arterial; o, en caso de tener factores de riesgo, contar con un diagnóstico oportuno.









