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ARTE Y CULTURA

A través de una ventana

Por: MDG. Irma Carrillo Chávez
Maestra investigadora UASLP
@IrmaCarrilloCh

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La seducción que provoca una ventana ya sea cerrada o abierta ha sido motivo de múltiples reflexiones por parte de poetas, novelistas, cineastas o arquitectos. Cuando se recorren los centros históricos de ciudades añejas observamos ventanas derruidas, clausuradas, abiertas de par en par, floridas o vestidas de hermosos cortinajes o ruidosas persianas.

Las ventanas nos permiten asomarnos al mundo cada día; forman parte fundamental de la vida cotidiana, aunque apenas nos percatemos de ello. Sin embargo, para algunos es más desconcertante y misterioso imaginarse qué hay detrás de una ventana que se observa desde la calle.

Menciona Baudelaire, en su poesía “Las Ventanas”, que “quien desde fuera mira a través de una ventana abierta, jamás ve tantas cosas como quien mira una ventana cerrada. No hay objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, tenebroso y deslumbrante que una ventana tenuemente iluminada por un candil”. La curiosidad se atiza al dejar entrever entre los visos de una ventana los objetos de uso diario de los habitantes de un hogar: alguna vetusta mesa o una luz mortecina que apenas alcanza a iluminar la escasez de sus moradores.

La palabra ventana proviene de la voz ventus (viento) aunque también se le denominaba finistra de donde proviene la palabra defenestrar, antes utilizada para decir que algo era lanzado a través de una ventana. La doble función de una ventana es lo que las hace interesantes: por un lado, es parte fundamental de la ventilación y la luminosidad de un espacio, sin embargo, al mismo tiempo protege, cubre y resguarda la privacidad del lugar; se podría decir que las ventanas son paradojas físicas: son y no son.

Tirar piedritas a la ventana para llamar al amigo para que salga a jugar; escuchar el tenue repiqueteo de la lluvia en los cristales; asomarse por la ventana en aquellos ayeres de serenatas nocturnas; “echar ventana” o el deleitoso escarceo de los enamorados; sentarse en el alfeizar a tejer y ver pasar la vida; las ventanas le otorgan un respiro a la soledad del encierro y la esperanza al que pasa frente a la casa del amado.

Las ventanas son metáforas de la vida cotidiana: se abren ventanas dentro de torneos deportivos y en estos tiempos de comunicación digital podemos tener veinte ventanas abiertas para conversar: ahora las ventanas también contienen palabras, imágenes, datos.

Las ventanas y la mirada se hermanan maravillosamente: vemos a través, alrededor, arriba o abajo o a los lados de una ventana. El cristal de la ventana hace las veces de córnea y deja traspasar la luz, esa que todo lo define o bien cierra sus visillos como párpados pesados en la noche. La ventana es espejo, túnel, hueco por el que deseamos escapar a otro mundo.

La ventana es símbolo de apertura, de vivir el lento transcurrir del tiempo y representa la mirada al futuro en un acto de esperanza sutil.