Recién terminé de leer Fire and Fury, el libro sobre la administración Trump. Comprueba lo que ya sabíamos: el presidente naranja es un líder incierto, narciso, poco informado, engreído y vengativo.
"No hay realmente una estructura, sino un jefe y todos en la Casa Blanca están peleando por su atención. No hay una estrategia; todos responden a cualquier cosa que capture la atención del jefe".
¡Ufff! Independientemente de las críticas que ha recibido Michel Wolff sobre su estilo, hay muuucho detalle en el libro para concluir que tener a Donaldo de jefe sería la peor pesadilla de cualquiera.
Bueno, pues con toda proporción guardada, a veces pasa algo parecido en los negocios. A veces los líderes hacen daño.
"Hay muchos cabrones en el trabajo. Por 10 años he estudiado sus efectos: miles me han pedido consejo sobre cómo lidiar con jefes bullys", explica Bob Sutton en el McKinsey Quarterly.
El autor de "La regla de no más cabrones" y "Cómo sobrevivir a un hijo de la ching." recomienda a cualquier líder poderoso examinarse en un espejo para asegurarse que no se haya convertido en un estorbo.
Este autoexamen debe considerar 7 factores que muchas veces propician que el jefe se vuelva un cabrito:
Lo que pasa es que cualquiera puede comportarse como un asno bajo ciertas circunstancias. Sobre todo el poderoso, que por cierto cae fácilmente en la ilusión de que es muy buena onda.
"Los humanos somos proclives a la negación y a ser ilusos respecto a nuestras fallas y sobre todo al impacto negativo de éstas", explica el profesor de Stanford para luego dar una estadística brutal.
50% de los norteamericanos dicen haber sido víctima o visto algún bullying. Pero menos del 1% admite haber sido bully.
Se baja el cero y no contiende: ¿entonces dónde quedaron los cabritos? ¡Ja! Muchos ni siquiera están conscientes de que lo son.
Son víctimas de lo que en la ciencia se conoce como "realismo ingenuo". Creer que uno es objetivo siempre y los demás son los que están mal.
¿Qué hacer? Sutton propone una receta de 5 partes a la que cualquier jefe debería de poner atención:
Cierro con dos preguntas finales: ¿qué tan seguido le dan retroalimentación sus subordinados? ¿Con qué frecuencia le ofrecen puntos de vista distintos al suyo? ¿Poco? Algo está mal.
En el mundo disruptivo, todos (hasta los jefes) se equivocan. Y las buenas ideas vienen de todos lados. Pero si el superior es un cabrito, quizá ese debate constructivo se trunque. Algo muuuy peligroso.
Siempre será mejor verse en el espejo que esperar a que la realidad toque a la puerta, ¿no cree?
En pocas palabras.
"La verdad es hija del Tiempo, no de la Autoridad"
Francis Bacon, político y escritor inglés