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“Dime con quién andas y te diré quién eres” Los círculos sociales y su influencia en nuestras vidas

Por: Mau Contreras
Director General de Liderazgo REx
@LiderazgoREX

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“Dime con quién andas y te diré quién eres” es una frase que mi abuelita solía decirme cuando me veía platicar con algunas personas que, según su juicio, podrían meterme en problemas. Existe otra que seguramente has escuchado “el que con lobos anda, a aullar se enseña”, la cual muestra lo susceptibles que somos a imitar los comportamientos de los individuos con los que pasamos más tiempo.

Como suele pasar, las frases de las abuelas contienen mucha sabiduría. Los círculos sociales en los que estamos tienen una gran influencia en nuestra vida, nuestro comportamiento y nuestros resultados.

Un claro ejemplo se da en la etapa estudiantil; si estamos con los alumnos que sacan buenas notas y cumplen con las tareas, las calificaciones mejoran. Si pasamos tiempo con los que nunca entran a clase, pronto estaremos presentando exámenes extraordinarios.

En el trabajo sucede lo mismo, un empleado que tiene mala actitud o un desempeño mediocre, termina contagiando al resto de sus compañeros, principalmente a sus amigos cercanos.

Es normal que seamos influenciados por la gente que nos rodea. Aunque no nos demos cuenta, siempre estamos tratando de agradar a los demás. Es inevitable que terminemos aullando después de pasear con la jauría. Esto no es malo, al contrario, somos seres sociales y sería imposible sobrevivir sin una tribu. Lo importante es saber elegir el tipo de personas con las que nos juntamos.

Tribus primitivas

Desde tiempos muy remotos, la humanidad se dio cuenta de que viviendo en grupos era más fácil sobrevivir. Aprendimos a cazar juntos y defendernos de los ataques enemigos. Cuando llegaba el invierno, el calor de la tribu nos permitía mantenernos con vida. Por eso tenemos esa tendencia natural de querer pertenecer al grupo. Es un mecanismo de supervivencia.

Las personas más experimentadas se dedicaban a comunicar su sabiduría a los más jóvenes, quienes, mediante la observación y la imitación, iban aprendiendo las técnicas referentes a la cacería, la cocina o la medicina. Todos esos conocimientos y costumbres se transmitían gracias a las neuronas espejo que tenemos los seres humanos.

Neuronas espejo: imitamos todo lo que vemos

Existen neuronas en nuestro cerebro que nos permiten imitar lo que observamos, las cuales también tienen un rol importante en la empatía, que es la base para generar relaciones de confianza y formar grupos. Son parte fundamental de nuestra interacción social, es como si el cuerpo humano estuviera preparado para imitar el comportamiento de quienes nos rodean, tanto para aprender como para generar lazos emocionales de pertenencia.

Esto explica el porqué, queramos o no, las personas con las que pasamos tiempo terminan influyendo en nuestra forma de hablar, de comportarnos, de caminar e incluso en las decisiones que tomamos.

Elegir nuestros círculos

Ahora que sabemos que esta influencia es inevitable y que las amistades intervienen directamente en hábitos de alimentación, ejercicio físico, productividad laboral o finanzas personales; lo único que nos queda es elegir muy bien a la gente que nos conviene tener cerca.

Suena cruel usar la palabra “conviene”, pero nuestras relaciones tendrán un impacto tan grande en nuestra vida, que más vale seguir el consejo de la abuela y estructurar sabiamente los círculos sociales que formamos.