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ARTE Y CULTURA

El arte en el envase

Por: MDG. Irma Carrillo Chávez
Maestra investigadora UASLP
@IrmaCarrilloCh

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Como muchos lectores de esta sección ya saben, a veces me embarga la nostalgia por los tiempos pasados así que en esta ocasión les platicaré un poco sobre el arte perdido de la ilustración en los envases.

A partir del mediados del siglo XIX el auge de la Revolución Industrial, entendida como la automatización de la producción de infinidad de productos a partir de la invención de la máquina de carbón, irrumpe de forma irreversible y cede el paso a otra que creció al parejo: la revolución publicitaria, la cual se presentó hermanada con los productos envasados, enlatados o embalados que se vendían en los comercios dedicados a cada fin.

El concepto de los grandes almacenes que conocemos actualmente era ya conocido, tal y como lo define Zolá en su libro El paraíso de las damas. Estamos hablando de la vaporosa y sensual época de fin-de-siècle, de las magníficas exposiciones universales en donde se daban a conocer los últimos adelantos de la ciencia y la tecnología en todos los campos del saber. A partir de este desarrollo industrial fue necesario envolver en envases seguros los productos más diversos: desde perfumería hasta farmacéuticos pasando por bártulos de la vida cotidiana, todo producto envasado era símbolo de calidad, garantizada ya fuera por la fotografía y firma del creador –Edison, Gillette y Kellogg’s son ejemplo de esto– o bien por el número de medallas con que galardonaban el producto en las ya mencionadas exposiciones universales.

Dentro de la naciente industria de la producción de envases, no podemos evitar darnos cuenta de que el arte influyó en el diseño de estos contenedores, es el caso del modernismo o art noveau, movimiento que se caracterizaba por la profusión de elementos orgánicos, formas naturales o animales y mujeres voluptuosas recargadas con joyas y túnicas flotantes. Francia fue uno de los países que adoptó este estilo prácticamente en todo: arquitectura, moda, joyería, muebles y objetos de la vida cotidiana. Uno de sus representantes fue Alphonse Mucha, diseñador de origen checo. Son famosos sus carteles publicitarios y cuenta la leyenda que el farmacéutico Dalloz lanzó las perlas Gosierine, utilizadas para el dolor de garganta y entre cuyos componentes podríamos encontrar a la cocaína por su efecto anestésico, solicitando a Mucha el diseño del envase. A partir de las propuestas expresivas de este diseñador, muchos se convirtieron en imitadores de este sensual estilo gráfico. Posteriormente, y ya en la década de los veinte del pasado siglo, surge otro movimiento que si bien no es considerado como arte sí causó furor en todos los ámbitos de la vida cotidiana: el art decó.

Marcas de belleza como Tabú o Palmolive o los polvos de arroz 3 flores utilizaron esa forma expresiva en sus envases, la cual se caracteriza por la geometría en sus líneas, la tipografía delgada y prolongada en sus rasgos y los colores sólidos o en degradados. Actualmente, estos envases –que si lo pensamos fríamente son basura para muchos– se encuentran cotizados en sitios especializados alcanzando un valor alto en el mercado de antigüedades. Los sellos de calidad como las firmas o los retratos de los inventores pronto desaparecieron dando pie a las famosas “mascotas”, encargadas de llamar la atención y hacer más atractivo o divertido el envase. Sin embargo, hoy en día las normas sanitarias han prohibido el uso de estos personajes, ya que se considera que la mercancía puede ser nociva para la salud, o bien los personajes característicos de productos alimenticios como Aunt Jemima desaparecieron del envase por considerarse racistas.

Los tiempos cambian y con ellos los envases, sin embargo, puedo afirmar sin temor a equivocarme que todos tenemos improntas maravillosas de la infancia con los cientos de productos que nos acompañaron a lo largo de ella.