Para comenzar, resulta de gran importancia entender que el ordenamiento ecológico se considera en ocasiones como una herramienta ambiental esencial en la búsqueda de una relación de simbiosis entre la sociedad que se desarrolla en un ambiente determinado, y el ambiente en cuestión.
El ordenamiento ecológico surge como vertiente en la regulación de los espacios existentes en un ambiente determinado, con la intención de denotar su uso de suelo particular (Actividades productivas, Comercial, Infraestructura, Espacio Público, Áreas Verdes), y con ello las actividades productivas que en él podrían desarrollarse, esto con la finalidad de aprovechar los recursos de forma sustentable.
Cuando se utiliza como instrumento normativo resulta ser un recurso básico, pero muy eficaz en la búsqueda de patrones de ocupación del territorio que minimicen los conflictos entre los sectores sociales, las autoridades ambientales y el ambiente.
Si bien el ordenamiento ecológico tiene enormes beneficios, vamos a centrarnos en aquellos que engloban una problemática mundial actual: el incremento poblacional.
En los últimos años, casi una generación completa, el incremento poblacional se considera como una variable independiente de factores de orden social, es decir, la población incrementa su número sin importar las circunstancias económicas, sociales y ambientales en las cuales se desarrollan los implicados, de esta forma, aumenta la población sin preocuparse por las condiciones de desenvolvimiento que marquen una calidad de vida.
A su vez, los recursos disponibles de aprovechamiento aumentan su consumo, pero manteniendo las mismas tasas de recuperación, o incluso generando que estas se aletarguen, ocasionando que existan menos recursos para una mayor demanda.
Ante el incremento poblacional, el ordenamiento ecológico surge como una medida alternativa de control frente a una variable independiente del entorno, de esta manera nos ayuda a minimizar impactos negativos generados por el incremento de la población, tales como:
Existen diversos programas sociales que se involucran con planes de ordenamiento ecológico, por ejemplo, el programa “Infraestructura Verde” –implementado en la Ciudad de México–, el cual planea y plantea diversos espacios dentro de la ciudad con la intención de aumentar la aportación de un ambiente vegetal y animal en la interacción social de la ciudad, de manera adicional busca justificar el emplear espacios con un uso de suelo natural, con la finalidad de evitar la proliferación de lugares con uso de suelo comercial o industrial en áreas que ya se encuentran saturadas, además de promover el cuidado del ambiente de manera directa.
Este tipo de programas es el claro ejemplo de los esfuerzos que se realizan a través del ordenamiento ecológico, con el objetivo de involucrar, aunque sea, una breve porción de ambiente en situaciones de incremento poblacional, entendiendo que no se refiere únicamente al aumento de las tasas de natalidad, sino también a los cambios de residencias temporales o permanentes y a las propias condiciones que se generan en ciudades cosmopolitas.
La implementación del ordenamiento ecológico del territorio como solución al incremento poblacional es una tendencia que ha permitido sopesar las consecuencias de saturar la capacidad de “carga poblacional” de un territorio, sin embargo, pudiera verse rebasado en algún punto, mientras no se establezcan regulaciones directas a la problemática.