En artículos pasados hemos hablado acerca de energías alternas y de cuál es su importancia en esta nueva etapa enfocada en la sustentabilidad y la preservación del medioambiente. Una de estas fuentes, la cual parece ser de las más rentables y amigables ecológicamente hablando, es sin duda alguna el uso del hidrógeno.
Como puntos a favor, podemos empezar mencionando el hecho de que es el elemento con mayor abundancia en el Universo conocido, y a su vez su presencia es una de las más bastas en nuestro planeta Tierra, por lo tanto, está de más decir que es una de las fuentes más viables en cuanto a energía verde.
Si bien este elemento tiene distintos tipos de usos dentro de diversos sectores de manufactura –como industrias químicas, farmacéuticas, metalúrgicas o incluso agrícolas–, también es utilizado como fuente de combustible dentro del sector industrial, automotriz e incluso espacial.
Su extenso uso u obtención en una mala praxis puede convertirlo en un gran contribuyente en la liberación de emisiones en la atmósfera, existen distintas maneras de procesar y obtener tal elemento de una manera más ecológica, siendo la electrólisis la más común. Esta puede ser impulsada por medios sustentables como las energías eólicas o solares, las cuales convierten la obtención de este elemento en una fuente completamente renovable, a esto se le conoce como hidrógeno verde.
Ahora, habiendo entendido la disponibilidad, el uso y la importancia, podemos hablar acerca de la estrategia que algunos gobiernos están desarrollando.
Varios países están invirtiendo más y más en el almacenamiento subterráneo de hidrógeno a gran escala, el cual, de acuerdo con diversos estudios, podría hacer frente a la alta demanda energética.
La intención sería tener una reserva para periodos variables de producción de energía renovable, así, cuando se cuente con una baja demanda, será posible destinar una cantidad a los contenedores subterráneos, permitiendo no sólo una reserva consistente y confiable, que pueda ser usada en lapsos de crisis potenciales, como la que vio Europa desde el comienzo de la guerra entre Rusia y Ucrania, sino también concedería una estabilidad con el paso del tiempo en los costos eléctricos.
La buena noticia es que esta alternativa ya es una realidad, sin embargo, aún hay variables a resolver, como los almacenamientos subterráneos seguros que puedan mantener la cantidad necesaria de hidrógeno proyectada para este plan.
Hasta ahora lo que sabemos es que los gobiernos de Alemania, Reino Unido y Países Bajos, entre otros, lideran las investigaciones.
Actualmente se prevé que para el año 2050 el hidrógeno podría representar alrededor de un 20% de la demanda de energía global, así como ayudando a reducir las emisiones generadas a la atmósfera en un 15%.
Hasta ese año, se prevén inversiones en infraestructuras por valor de 11 billones de euros y alrededor de 30 millones de puestos de trabajo, lo cual nos habla de la factibilidad que tiene el hidrógeno de ser la potencial fuente de energía del mañana.
Por ahora sólo nos queda esperar el resultado de esta prometedora alternativa, y la postura de los otros países, para seguir esta opción que demuestra que las energías 100% sustentables son viables.