La naturaleza juega un rol imprescindible en la transformación hacia un futuro sustentable, siendo la biomimética una de las herramientas más prometedoras, pues como afirma Janine Benyus, primera bióloga en acuñar el término, “el único modelo real que ha funcionado durante largos periodos de tiempo, es el mundo natural”.
La palabra biomimética proviene del griego bios (vida) y mímesis (imitación) y se refiere a la implementación de estrategias observadas en el medioambiente para dar solución a problemas complejos.
La biomímesis aprecia la naturaleza por lo que podemos aprender de ella, no por lo que podemos extraer, aprovechar o domesticar. Está centrada en la imitación de tácticas empleadas y optimizadas a través de siglos por los ecosistemas.
Existen diseños que asemejan la naturaleza (biomorfismo) y otros que usan organismos vivos o materiales biológicos (bioutilización). A diferencia de ellos, los diseños biomiméticos funcionan como la naturaleza. Algunos ejemplos de estas innovaciones son:
Nuestro presente está rodeado de problemas relacionados con una forma de vida insostenible (fenómenos meteorológicos, escasez de agua, empobrecimiento del suelo, destrucción de ecosistemas, generación de residuos, desigualdad social, contaminación del aire), debido a que se tiene una cosmovisión de la naturaleza arraigada a un racionalismo dominante.
Los humanos hemos estado por un corto periodo en este planeta, sin embargo, ya hemos marcado el comienzo de una nueva época geológica (el Antropoceno, de acuerdo con algunos científicos), hemos explotado los recursos y sistemas de nuestro planeta, olvidando que somos parte del ecosistema.
Al parecer, hemos estudiado y observado el mundo natural separando los organismos de su contexto, rompiendo el diálogo con la naturaleza, ignorando que su conocimiento e intuición es mucho mayor. Lo que podemos aprender de su sabiduría ancestral y evolutiva es inimaginable. Bien dice el bioquímico Frederic Vester: “la única empresa que nunca ha quebrado es la naturaleza”.
La tecnología biomimética actualmente está siendo empleada en diversos sectores (agricultura, arquitectura, moda, transporte, construcción, medicina, manejo de desperdicios, producción de energía), ofreciendo esperanza de un mejor mundo para las futuras generaciones.
A medida que nuestro sistema productivo funcione en conjunción con el mundo natural, mayores son nuestras probabilidades de supervivencia. Para ello, se deben comprender los tres elementos esenciales en la biomimética:
1) Emular; aprender y luego replicar los procesos de la naturaleza.
2) Conocimiento empático (ethos); entendimiento y creación de condiciones propicias para la vida.
3) Reconectar; valorar, respetar y sincronizar con la naturaleza.
La biomimética conlleva a un futuro en equilibrio con los ecosistemas, donde la ciencia y la tecnología no simplemente dan solución a los retos globales imitando diseños y procesos naturales, sino también crean una relación simbiótica con la naturaleza. La biomímesis procura el progreso social, un desarrollo económico sustentable y, sobre todo, una percepción más profunda de la vida.