Posiblemente recuerdan cuando en primaria nos enseñaron el método por el cual las plantas inician una conversión de clorofila en energía química por medio de rayos solares. Efectivamente, nos referimos a la Fotosíntesis.
Si hacemos memoria, podemos recordar que dicho proceso aporta beneficios para el resto de los seres vivos, generando el único recurso que necesitamos más que el agua: el oxígeno. Esta fabulosa capacidad vegetal también regula la temperatura en la atmósfera, función que hoy en día se ha vuelto extremadamente necesaria debido a la problemática del calentamiento global.
Ahora, imaginemos que esta habilidad pudiera ser replicada no solamente por plantas, sino, también por nosotros. Esto actualmente ya es posible gracias a los investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), quienes han trabajado en una opción llamada fotosíntesis artificial.
El equipo para lograrlo consiste en una célula solar avanzada del tamaño de una hoja promedio, la cual puede estar hecha de un chip de silicio, que al utilizarla junto con níquel y cobalto, simula la separación de moléculas de agua para obtener hidrógeno y oxígeno, esto por medio de la producción de electrones y cationes dentro de la misma célula, iniciando así la división de elementos. Al ocurrir esto, la combustión de dichos gases produce una energía mayor que la de la gasolina, diésel, o gas natural, teniendo como aportación adicional que no contamina, ya que esta reacción química solamente genera emisiones de vapor de agua.
Una de las principales ventajas de este método sintético con respecto a la fotosíntesis natural es que aunque se pueden utilizar las plantas en gran escala para la generación de O2, la fotosíntesis natural es un método no rentable, ya que cuenta con un rendimiento de hasta 2%, mientras que la fotosíntesis artificial puede alcanzar una producción de 10 a 15 veces mayor.
Otra ventaja es que la energía convertida por este medio puede ser almacenada, contando también con la opción de ajuste de reacciones entre la luz, el dióxido de carbono y el agua, para producir más de un tipo de combustible; entre ellos hidrógeno líquido (combustible de uso aero/espacial) o también como célula de hidrógeno, en el cual se revierte la electrólisis, generando electricidad de uso doméstico.
En nuestro país, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) lanzó en 2012 un programa de fotosíntesis artificial, como iniciativa para desarrollar líneas de investigación que permitan incrementar los alcances de este proyecto, incluyendo a distintas universidades de México, como lo son el Instituto Politécnico Nacional, la UANL y el Centro de Investigación y Estudios Avanzados, entre otros.
Con todos los desarrollos en fuentes de energía del medio ambiente, y la necesidad de reforestación a gran escala por el exceso de emisiones en la atmosfera, la fotosíntesis sintética suena como una opción bastante viable y útil para combatir fenómenos como el calentamiento global y la contaminación. Es necesario que se generen más recursos para su desarrollo y estar atentos al avance de esta creativa propuesta.
Referencias bibliográficas
http://www.elorigendelhombre.com/fotosintesis%20artificial.html
Moncada, A., (2013) Revista Vértigo. Disponible en: http://www.vertigopolitico.com/articulo/22060/Fotosntesis-artificial-energa-alternativa-y-ecolgica
Sanz, E. Muy Interesante. Disponible en: http://www.muyinteresante.es/ciencia/articulo/llega-la-fotosintesis-artificial