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Huertos urbanos

Por: IQ. David Daniel Andrade
Ingeniero químico; líder del Área de Investigación y Desarrollo de Componentes, en la industria automotriz
daviddaniel.andrade@outlook.com

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Con los cambios actuales y la búsqueda de nuevos pasatiempos, aquellos que enriquecen nuestro interior y de los cuales podemos obtener mayor provecho deberían ser los que tendríamos que incentivar más.

 

Ante un inminente cambio general en nuestro modus vivendi, una alternativa que ha tomado fuerza en los últimos años es cultivar nuestros propios alimentos, y es que, aunque suena complicado en ciudades grandes o viviendas reducidas, es una realidad alcanzable para quien se lo proponga. Tal idea tiene el nombre de Huertos Urbanos.

 

Este concepto tuvo su origen en la Segunda Guerra Mundial, durante estos años bélicos se utilizaban parques, jardines y hasta campos de futbol para el crecimiento de opciones alimentarias. Si bien en dicha época nació de la necesidad de un cuidado comunitario, este movimiento tomó fuerza en la década de los 60, cuando resurgió como protesta ecologista y de rechazo ante el sistema junto al famoso movimiento hippie, y ha ido creciendo con el paso de los años, siendo una opción sustentable para la producción de verduras frescas, hierbas medicinales o plantas decorativas, adicionalmente es un relajante pasatiempo y, bien aplicado, puede convertirse en una fuente de ingreso.

 

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para los Alimentos y la Agricultura (FAO), se estima que la Agricultura Urbana produce entre 30 y 40% de los comestibles que se consumen en el mundo, y es reconocida como un camino de mayor factibilidad comparado con los procesos industrializados para combatir el hambre en el mundo. Sin mencionar la posibilidad de generación de empleos, pues sólo en América Latina, aproximadamente, 60 millones de personas contribuyen a este tipo de cultivos.

 

El primer requisito es examinar el lugar a emplear, pues todo espacio, por pequeño que parezca, puede ser adaptado. Se debe tomar en cuenta que el sol es primordial, sin embargo, existen plantas u hortalizas que crecen en la sombra. Si el área es reducida, un huerto vertical sería lo más adecuado, se pueden utilizar balcones, ventanas y hasta el techo. Dentro de las opciones para sembradíos verticales puedes considerar tomates, pepinos y vainitas, entre otros. En cuanto a una cosecha tradicional en posición horizontal, puedes cultivar desde plantas pequeñas como zanahorias, espinacas y lechuga hasta unas de mayor tamaño como brócoli, pimientos, coles o berenjenas. El tipo de cultivo es crítico para decidir qué tipo de jardineras, cajones o mesas usar.

 

No olvides contar con un acceso fácil a una toma de agua, para el riego. Asimismo, no pierdas de vista que uno de los aspectos críticos es el sustrato, se pueden consultar el tipo de nutrientes y suelo necesarios en alguna tienda de agricultura o invernadero cercanos.

 

Las herramientas de jardinería se pueden encontrar en casi cualquier supermercado, algunas de uso básico son cosechador, azadillas, palas manuales, rastrillo y guantes.

 

Para los principiantes existen distintos tipos de apoyo, tutoriales en plataformas digitales, foros o grupos en redes sociales, así como artículos en línea con especificaciones puntuales para cada caso. Recomendamos hacer uso de Internet para consultar cualquier duda.

 

Dentro de la gran variedad de ventajas que podemos rescatar se encuentran las siguientes: la producción de nuestros propios alimentos; usos aromáticos o ambientalistas; mejorar la biodiversidad en la ciudad y la calidad de aire, además de darle a nuestra vivienda detalles decorativos; y la promoción de fuentes alternas de recursos ajenas al factor industrial.

 

Finalmente, como dice el dicho: “somos lo que comemos”, por lo que esperamos brindar una alternativa viable para un nuevo pasatiempo que, bien empleado, se puede transformar en un posible sustento.