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Francia… ¡adieu!

Por: MDC. Daniela Paz Aguirre
Maestra en Derecho Constitucional y Derechos Humanos, por la Universidad Panamericana de México
dannypaz2107@gmail.com

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Durante los años de 1950 y 1975, varios países de África se descolonizaron de las grandes potencias europeas que habían saqueado durante décadas al continente, sin embargo, la verdadera descolonización se dio recientemente. Níger, Chad, Malí, Burkina Faso y Gabón son los países francófonos que han alzado la voz en contra del protectorado que mantiene hasta estos días Francia en parte de la África Occidental y de la región conocida como Sahel.

Aunque países como Bélgica y principalmente Inglaterra metieron sus manos en el enorme y basto pastel de África, de acuerdo con el diario El país, el “78% de los 27 golpes de Estado en la zona del Subsahariana realizados desde 1990, se han producido en naciones francófonas”, probablemente, dice Robin Guittard, director adjunto de abogacía de la ONG Terre Solidaire para el mismo periódico, se debe a que “Francia ha querido seguir manteniendo la influencia mediante alianzas estrechas con sus excolonias. Ahora vivimos una especie de segunda ola de descolonización de estos países que quieren configurar sus propias alianzas según sus intereses y no los que diga Francia”. Pero el fondo va mucho más allá, Francia mantiene no sólo la influencia en la política, sino un control de sus finanzas, pues apenas en el año 2020 se eliminó el “franco CFA” de 14 países francófonos, la obligación de depositar sus reservas en el Banco de Francia.

Y aun con la parafernalia que se llevó a cabo por parte de Emmanuel Macron en Costa de Marfil anunciando por todos los cielos la eliminación del “franco CFA” y condenando el colonialismo, hoy se calcula que el país galo tiene alrededor de 500 mil millones de dólares anuales del dinero de los países africanos; del que puede tocar el 15%, puesto que el 65% de sus reservas va directo al banco central francés y el otro 20% se consideran pasivos financieros, todo esto al cobijo de líderes pro-Francia que han volteado la espalda a sus naciones y a su gente.

Al continente africano le han arrebatado todo, sus tierras, su gente, su petróleo, diamantes, piedras preciosas, maderas, metales y todo aquello que sirva para mantener la hegemonía de los colonizadores. “No entendemos cómo África con tantas riquezas en su suelo y una naturaleza generosa de agua, sol y abundancia es hoy el continente más pobre” pronunciaba Ibrahim Traoré, el presidente interino de Burkina Faso, en la cumbre en Rusia y culminaba con una sentencia: “patria o muerte”, al tiempo que Vladimir Putin asentía como un símbolo de aprobación.

Y es que después de todo lo dicho, de la esclavitud y la explotación que han sufrido los países de África, uno pensaría que la simple democratización de sus pueblos, la educación y un sistema judicial harían todo el trabajo y mágicamente se convertirían en una potencia, pero la realidad dista mucho de tales utopías.

“Mismo infierno, pero diferente diablo”. Tal vez, esta es la frase que mejor describe todo lo que ocurre en el lejano continente y es que la presencia del líder Ibrahim Traoré en Rusia y la cercanía que han tenido los países africanos con China e, incluso, la presencia de la élite rusa del grupo Wagner en Malí que, de acuerdo con información de la BBC, había torturado y masacrado a cientos de civiles en sus operaciones de contrainsurgencia, han puesto en duda la legitimidad de los golpes de estado y las buenas intenciones de los líderes de una reestructura profunda por el bien de África y sus pueblos.

Lo cierto es que pese a los esfuerzos de Emmanuel Macron de deslindarse del colonialismo y de las añejas prácticas llevadas a cabo en África, existe un profundo sinsabor y descontento aún entre las nuevas generaciones, que ven a Francia como un bully que nunca sacó las manos del motín. Ahora, como consecuencia, la migración ilegal de africanos ha pintado las principales capitales de los países colonizadores como París, Londres y Bruselas, donde la raza blanca dejó de ser predominante. ¿El gran reto? Darles un sentido de pertenencia a los migrantes que buscan una mejor calidad de vida huyendo de sus países devastados por siglos de saqueos y, ahora, por la corrupción, la inseguridad y la violencia que dejó a su paso la colonización que nadie les pidió y que, aun así, se quedó.